Punta Alegre es punto triste,/ mientras la bella Esmeralda/ lleva muy sucia la falda/ y el árbol aquel no existe./ El olor a mar persiste/ en el viejo crucifijo…/ Y Martí encuentra cobijo contra el viento, contra el lodo,/ cuando espantado de todo/ va a refugiarse en un hijo. Entonces, algo sucede:/ ya su luz anuncia el alba,/ su fuerza cinco nos salva,/ ya no hay viento que se quede.