Después que María arrasara Dominica con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora, llegaron a la isla equipos de rescate de distintos países. En los primeros días fueron la única esperanza de quienes quedaron atrapados por los deslaves o la penetración del mar. Una semana después, las brigadas de urgencia comenzaron a abandonar la isla. En la práctica, ya no tenían mucho más que hacer.