Nuestro gobierno es el más fiel servidor del Departamento de Estado de EEUU. Reconocer al golpista venezolano Guaidó como el legítimo presidente de Venezuela, aceptar a un enviado de éste como su representante diplomático y ahora alojar a Leopoldo López y a su familia en la embajada española en Caracas, supera con mucho de lo que yo creía capaz a Pedro Sánchez y su gobierno para cumplir las órdenes de Donald Trump.
Nunca en la historia de nuestras relaciones internacionales, especialmente con América Latina, los gobiernos españoles, ni siquiera los de la dictadura, mostraron un servilismo, una entrega tan absoluta a los deseos y los mandatos del imperio norteamericano.
Y no solamente Sánchez ha aceptado a ese fantoche de Guaidó que se autoproclama presidente de Venezuela, para lo que nadie le ha elegido ni existe legislación ni nacional ni internacional que lo avale, sino que la propaganda oficial, expresada en declaraciones repetidas del presidente del gobierno español y de su ínclito ministro de Exteriores, Josep Borrell –el que nos explicaba que los misiles que enviamos a Arabia Saudí son tan inteligentes que sólo matan a quien tienen que matar-, se dedica a engañar al pueblo español.
A Nicolás Maduro lo ha elegido el pueblo venezolano en elecciones libres, absolutamente legales y legítimas. El gobierno bolivariano ha ganado las elecciones 19! veces de 20. Los observadores internacionales que han asistido a los numerosos comicios celebrados en el país, han explicado que el sistema de votaciones, reparto de colegios y recuento de votos tiene todas las garantías, con una seguridad muy por encima de la que existe en EEUU, cuyas sospechas de pucherazos varios se han hecho famosas.
La afirmación repetida de que el régimen venezolano es una dictadura quedará escrita para la historia como una de las grandes infamias de la propaganda política española. En Venezuela existen toda clase de partidos políticos, desde el Partido Comunista a los de extrema derecha como el que alberga a Guaidó y Leopoldo López, que tienen locales abiertos y hacen su propaganda cotidianamente, se presentan a elecciones que se convocan cumpliendo los plazos de la Constitución, y realizan las campañas sin obstáculo alguno. En el país se publican decenas de periódicos, revistas, panfletos y libros, se emiten programas de radio y de televisión, se celebran conferencias, coloquios, debates, de la oposición –fragmentada en varios partidos-, en los que se critica acerbamente el régimen bolivariano sin que nadie se lo impida. Cuando en el día de hoy, 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa las asociaciones de periodistas nos explican que en México han sido asesinados cien profesionales desde 2006, cuatro este año, ayer el último. Que incluso en Europa: Eslovaquia y Malta, han sido víctimas de tiroteos dos, un hombre y una mujer, sin que se hayan aclarado los crímenes, en España los grandes medios de comunicación al servicio del Capital, únicamente balbucean que en Venezuela se persigue la libre información, sin que ninguno ofrezca datos ni cifras concretas de tal persecución.
Para los españoles debería resultar insultante que se afirme que el régimen de Maduro es una dictadura, cuando todos los días la Televisión Española nos obsequia con las imágenes de los mítines, las manifestaciones, las ruedas de prensa, pública y multitudinariamente en las calles, que monta la oposición, que se ha alzado en sublevación pretendiendo usurpar la presidencia a Maduro. Para un país como España que ha sufrido una de las más crueles dictaduras del mundo durante cuarenta años, debería ser motivo de indignación oír declarar a su presidente del gobierno, elegido democráticamente, y a sus ministros, que en Venezuela se vive una dictadura.
El gobierno venezolano muestra una permisividad impensable en Francia o en Alemania ante las proclamas de los políticos de la oposición que exhortan a sublevarse a la población civil y, lo más peligroso de todo, al Ejército. En esos países, como en tantos otros democráticos, tales llamamientos serían reprimidos inmediatamente y encarcelados quienes lo hicieran.
Leopoldo López fue condenado a quince años de prisión por incitar, ordenar y organizar, con otros secuaces de los partidos de derecha, las “guarimbas”, disturbios, que desencadenaron turbas de delincuentes y mercenarios en 2014, durante varios meses, y que ocasionaron decenas de muertos, destrozos de mobiliario público, incendios de colegios y hospitales, asaltos y lesiones a la población civil y a las fuerzas de orden público.
La oligarquía venezolana, con la complicidad de la burguesía y la clase media reaccionarias, ha estado saboteando el régimen socialista bolivariano desde que se implantó. Ninguna de ellas quiere abandonar los privilegios de ser los lacayos de EEUU y dejar de recibir los beneficios de las coimas y comisiones que perciben por la entrega del petróleo a las grandes corporaciones norteamericanas, mientras el pueblo venezolano vivía en los ranchitos de cartón de las colinas, sin agua, descalzo, hambriento e infestado de parásitos.
El gobierno bolivariano ha montado la sanidad y la educación públicas, que no existían; ha creado una decena de Universidades populares; ha construido miles de viviendas, con los servicios de electricidad y agua corriente, para los trabajadores, y ha facilitado a las mujeres la posibilidad de organizar un Movimiento Feminista que se extiende a lo largo y lo ancho de todo el país. Y todo eso no puede consentirlo la burguesía que ha reinado en Venezuela durante doscientos años, apropiándose de los recursos naturales del país y hundiendo al pueblo en la miseria.
Para colofón de la tolerancia que está mostrando el Presidente Maduro y sus ministros, el Fiscal General del Estado y la policía encargada de reprimir los disturbios, el criminal Leopoldo López, que ha quebrantado su arresto domiciliario en el que cómodamente cumplía su condena, se presenta ante la prensa en la entrada de la embajada española y se dedica durante más de media hora a hacer declaraciones subversivas que pretenden exaltar los ánimos de la población y lograr que el Ejército se subleve contra el Presidente legítimo, sin que fuera detenido inmediatamente. Sería bueno recordar el encierro que Julian Assange ha soportado durante siete años por no poder salir ni a la puerta de la embajada ecuatoriana en Londres, y cómo ha sido detenido y encarcelado recientemente por actuaciones muchísimo menos peligrosas de las que están cometiendo desde hace años los políticos de la derecha venezolana.
El embargo de los recursos financieros y de los productos de primera necesidad, así como la bajada de los precios del petróleo, organizados por EEUU, han llevado al país a la situación de carestía económica que ahora denuncian Guaidó y sus conmilitones, cuando son los principales instigadores y cómplices de semejante situación. Porque la derecha venezolana, como la de todo el mundo, antes hundirá en la miseria a su pueblo y lo llevará a una confrontación armada en la que será masacrado, que aceptar que en su país se construya el socialismo.
Y no solo la conducta de EEUU en Venezuela debería ser motivo de una condena internacional, en vez de las miserables genuflexiones que los gobiernos europeos realizan para ponerse al servicio del imperio, sino que la actuación del gobierno de ese país durante casi doscientos años tendría que servir de repudio de cualquier político decente.
Desde 1846 el Ejército estadounidense ha invadido casi todos los países al sur de Río de Grande, comenzando por una infame guerra arrebató a México el norte de su territorio, incluidos los Estados de California y Texas. En 1898 el gobierno de EEUU provocó la guerra contra España en Cuba y a su derrota nuestro país tuvo que ceder Puerto Rico, Hawai, Guam y Filipinas. A partir de ese momento Panamá, República Dominicana, Honduras, Granada, El Salvador, Cuba , Guatemala, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Venezuela, han sido ocupadas militarmente, bombardeadas, saqueadas, intervenidas económicamente, impuestos sus gobernantes y falsificadas sus elecciones por el Departamento de Estado de EEUU y la CIA.
Estos acontecimientos forman parte de la historia de Latinoamérica, no será nuestro gobierno quien pueda fingir desconocimiento. Los recursos naturales de las naciones al sur de Río Grande han sido y son víctimas del ansia depredadora e imperialista de su vecino del Norte, que todos temen. Solamente unos lacayos al servicio de la industria militar estadounidense y del Capital pueden posicionarse de acuerdo con los dictados de Trump, como están haciendo los gobiernos europeos y el nuestro, que están obedeciendo las órdenes recibidas de Washington.
Ciertamente las genuflexiones que el gobierno español realiza ante Marruecos y Arabia Saudí, aliados fervientes de EEUU, para apoyar sus desmanes, no permitían esperar de este PSOE, tan socialista, una postura de dignidad e independencia frente al imperio norteamericano, pero lo que está realizando con Venezuela supera con mucho lo que el pueblo español se merece y debe aguantar. Porque el régimen bolivariano ha intentado durante veinte años construir una sociedad más justa y solidaria en paz, sin que las fuerzas de la oligarquía lo hayan consentido. Para eso tienen el enorme apoyo del gobierno de EEUU.
Si de esta operación se deriva una intervención militar estadounidense en Venezuela, que todos los días reclama el golpista Guaidó y que Trump parece encantado de llevar a cabo, y se producen miles de víctimas y la derrota del pueblo, el gobierno de Pedro Sánchez será tan culpable como Trump, y España escribirá una de las más vergonzosas páginas de su historia.
Nuestro Gobierno es el más fiel servidor del Departamento de Estado de EEUU. Reconocer al golpista venezolano Guaidó como el legítimo presidente de Venezuela, aceptar a un enviado de éste como su representante diplomático y ahora alojar a Leopoldo López y a su familia en la embajada española en Caracas, supera con mucho de lo que yo creía capaz a Pedro Sánchez y su Gobierno para cumplir las órdenes de Donald Trump.
Nunca en la historia de nuestras relaciones internacionales, especialmente con América Latina, los gobiernos españoles, ni siquiera los de la dictadura, mostraron un servilismo, una entrega tan absoluta a los deseos y los mandatos del imperio norteamericano.
Y no solamente Sánchez ha aceptado a ese fantoche de Guaidó que se autoproclama presidente de Venezuela, para lo que nadie le ha elegido ni existe legislación ni nacional ni internacional que lo avale, sino que la propaganda oficial, expresada en declaraciones repetidas del presidente del Gobierno español y de su ínclito ministro de Exteriores, Josep Borrell –el que nos explicaba que los misiles que enviamos a Arabia Saudí son tan inteligentes que sólo matan a quien tienen que matar-, se dedica a engañar al pueblo español.
A Nicolás Maduro lo ha elegido el pueblo venezolano en elecciones libres, absolutamente legales y legítimas. El Gobierno bolivariano ha ganado las elecciones 19! veces de 20. Los observadores internacionales que han asistido a los numerosos comicios celebrados en el país, han explicado que el sistema de votaciones, reparto de colegios y recuento de votos tiene todas las garantías, con una seguridad muy por encima de la que existe en EEUU, cuyas sospechas de pucherazos varios se han hecho famosas.
La afirmación repetida de que el régimen venezolano es una dictadura quedará escrita para la historia como una de las grandes infamias de la propaganda política española . En Venezuela existen toda clase de partidos políticos, desde el Partido Comunista a los de extrema derecha como el que alberga a Guaidó y Leopoldo López, que tienen locales abiertos y hacen su propaganda cotidianamente, se presentan a elecciones que se convocan cumpliendo los plazos de la Constitución, y realizan las campañas sin obstáculo alguno. En el país se publican decenas de periódicos, revistas, panfletos y libros, se emiten programas de radio y de televisión, se celebran conferencias, coloquios, debates, de la oposición –fragmentada en varios partidos-, en los que se critica acerbamente el régimen bolivariano sin que nadie se lo impida. Cuando en el día de hoy, 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa las asociaciones de periodistas nos explican que en México han sido asesinados cien profesionales desde 2006, cuatro este año, ayer el último. Que incluso en Europa: Eslovaquia y Malta, han sido víctimas de tiroteos dos, un hombre y una mujer, sin que se hayan aclarado los crímenes, en España los grandes medios de comunicación al servicio del Capital, únicamente balbucean que en Venezuela se persigue la libre información, sin que ninguno ofrezca datos ni cifras concretas de tal persecución.
Para los españoles debería resultar insultante que se afirme que el régimen de Maduro es una dictadura, cuando todos los días la Televisión Española nos obsequia con las imágenes de los mítines, las manifestaciones, las ruedas de prensa, pública y multitudinariamente en las calles, que monta la oposición, que se ha alzado en sublevación pretendiendo usurpar la presidencia a Maduro. Para un país como España que ha sufrido una de las más crueles dictaduras del mundo durante cuarenta años, debería ser motivo de indignación oír declarar a su presidente del Gobierno, elegido democráticamente, y a sus ministros, que en Venezuela se vive una dictadura.
El Gobierno venezolano muestra una permisividad impensable en Francia o en Alemania ante las proclamas de los políticos de la oposición que exhortan a sublevarse a la población civil y, lo más peligroso de todo, al Ejército. En esos países, como en tantos otros democráticos, tales llamamientos serían reprimidos inmediatamente y encarcelados quienes lo hicieran.
Leopoldo López fue condenado a quince años de prisión por incitar, ordenar y organizar, con otros secuaces de los partidos de derecha, las “guarimbas”, disturbios, que desencadenaron turbas de delincuentes y mercenarios en 2014, durante varios meses, y que ocasionaron decenas de muertos, destrozos de mobiliario público, incendios de colegios y hospitales, asaltos y lesiones a la población civil y a las fuerzas de orden público.
La oligarquía venezolana, con la complicidad de la burguesía y la clase media reaccionarias, ha estado saboteando el régimen socialista bolivariano desde que se implantó. Ninguna de ellas quiere abandonar los privilegios de ser los lacayos de EEUU y dejar de recibir los beneficios de las coimas y comisiones que perciben por la entrega del petróleo a las grandes corporaciones norteamericanas, mientras el pueblo venezolano vivía en los ranchitos de cartón de las colinas, sin agua, descalzo, hambriento e infestado de parásitos.
El Gobierno bolivariano ha montado la sanidad y la educación públicas, que no existían; ha creado una decena de Universidades populares; ha construido miles de viviendas, con los servicios de electricidad y agua corriente, para los trabajadores, y ha facilitado a las mujeres la posibilidad de organizar un Movimiento Feminista que se extiende a lo largo y lo ancho de todo el país. Y todo eso no puede consentirlo la burguesía que ha reinado en Venezuela durante doscientos años, apropiándose de los recursos naturales del país y hundiendo al pueblo en la miseria.
Para colofón de la tolerancia que está mostrando el Presidente Maduro y sus ministros, el Fiscal General del Estado y la policía encargada de reprimir los disturbios, el criminal Leopoldo López, que ha quebrantado su arresto domiciliario en el que cómodamente cumplía su condena, se presenta ante la prensa en la entrada de la embajada española y se dedica durante más de media hora a hacer declaraciones subversivas que pretenden exaltar los ánimos de la población y lograr que el Ejército se subleve contra el Presidente legítimo, sin que fuera detenido inmediatamente. Sería bueno recordar el encierro que Julian Assange ha soportado durante siete años por no poder salir ni a la puerta de la embajada ecuatoriana en Londres, y cómo ha sido detenido y encarcelado recientemente por actuaciones muchísimo menos peligrosas de las que están cometiendo desde hace años los políticos de la derecha venezolana.
El embargo de los recursos financieros y de los productos de primera necesidad, así como la bajada de los precios del petróleo, organizados por EEUU, han llevado al país a la situación de carestía económica que ahora denuncian Guaidó y sus conmilitones, cuando son los principales instigadores y cómplices de semejante situación. Porque la derecha venezolana, como la de todo el mundo, antes hundirá en la miseria a su pueblo y lo llevará a una confrontación armada en la que será masacrado, que aceptar que en su país se construya el socialismo.
Y no solo la conducta de EEUU en Venezuela debería ser motivo de una condena internacional, en vez de las miserables genuflexiones que los gobiernos europeos realizan para ponerse al servicio del imperio, sino que la actuación del Gobierno de ese país durante casi doscientos años tendría que servir de repudio de cualquier político decente.
Desde 1846 el Ejército estadounidense ha invadido casi todos los países al sur de Río de Grande, comenzando por una infame guerra arrebató a México el norte de su territorio, incluidos los Estados de California y Texas . En 1898 el Gobierno de EEUU provocó la guerra contra España en Cuba y a su derrota nuestro país tuvo que ceder Puerto Rico, Hawai, Guam y Filipinas. A partir de ese momento Panamá, República Dominicana, Honduras, Granada, El Salvador, Cuba , Guatemala, Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Venezuela, han sido ocupadas militarmente, bombardeadas, saqueadas, intervenidas económicamente, impuestos sus gobernantes y falsificadas sus elecciones por el Departamento de Estado de EEUU y la CIA.
Estos acontecimientos forman parte de la historia de Latinoamérica, no será nuestro Gobierno quien pueda fingir desconocimiento. Los recursos naturales de las naciones al sur de Río Grande han sido y son víctimas del ansia depredadora e imperialista de su vecino del Norte, que todos temen. Solamente unos lacayos al servicio de la industria militar estadounidense y del Capital pueden posicionarse de acuerdo con los dictados de Trump, como están haciendo los gobiernos europeos y el nuestro, que están obedeciendo las órdenes recibidas de Washington.
Ciertamente las genuflexiones que el Gobierno español realiza ante Marruecos y Arabia Saudí, aliados fervientes de EEUU, para apoyar sus desmanes, no permitían esperar de este PSOE, tan socialista, una postura de dignidad e independencia frente al imperio norteamericano, pero lo que está realizando con Venezuela supera con mucho lo que el pueblo español se merece y debe aguantar. Porque el régimen bolivariano ha intentado durante veinte años construir una sociedad más justa y solidaria en paz, sin que las fuerzas de la oligarquía lo hayan consentido. Para eso tienen el enorme apoyo del Gobierno de EEUU.
Si de esta operación se deriva una intervención militar estadounidense en Venezuela, que todos los días reclama el golpista Guaidó y que Trump parece encantado de llevar a cabo, y se producen miles de víctimas y la derrota del pueblo, el Gobierno de Pedro Sánchez será tan culpable como Trump, y España escribirá una de las más vergonzosas páginas de su historia.
Lidia Falcón O'Neill es licenciada en Derecho, en Arte Dramático y Periodismo y Doctora en Filosofía. Nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad de Wooster, Ohio. Es fundadora de las revistas Vindicación Feminista , y Poder y Libertad , que actualmente dirige. Creadora del Partido Feminista de España y de la Confederación de Organizaciones Feministas del Estado Español. Ha participado en el Tribunal Internacional de Crímenes contra la Mujer de Bruselas, en el congreso Sisterhood Is Global de Nueva York, en todas las Ferias Internacionales del Libro Feminista y en los Foros Internacionales de la Mujer de Nairobi y de Beijín. Es colaboradora de numerosos periódicos y revistas de España y de Estados Unidos. Ha publicado 42 libros. En el terreno del ensayo destacan: Mujer y Sociedad , La Razón Feminista , Violencia contra la mujer , Mujer y Poder Político y Los Nuevos Mitos del Feminismo que han sido traducidas a varios idiomas. Asimismo, tiene una extensa obra narrativa Cartas a una idiota española , Es largo esperar callado , Los hijos de los vencidos , En el Infierno , El juego de la piel , Rupturas , Camino sin retorno , Postmodernos , Clara , Asesinando el Pasado , Memorias Políticas , Al Fin estaba Sola , Una Mujer de nuestro Tiempo , Ejecución Sumaria y el libro de poesías Mirar Ardiente y Desgarrado.
El despliegue norteamericano aumentará con un escuadrón de helicópteros y alrededor de 30 militares, saltándose el trámite parlamentario en España para modificar el convenio suscrito por los dos países.
En los años 80 la mayoría de la población española respaldó en un referéndum la inclusión española en la OTAN a cambio de reducir paulatinamente la presencia militarestadounidense, requisito que no ha llegado a cumplirse.
El último ciclo electoral en España, comprendido entre el 28 de abril, día en el que se celebraron elecciones generales, y el 26 de mayo, día en el que se celebraron elecciones municipales, autonómicas y europeas, ha supuesto la definitiva legitimación de la extrema derecha en España tras su irrupción en las pasadas elecciones celebradas en diciembre de 2018 en la comunidad autónoma de Andalucía.
El pasado ultra de la derecha española
Antes de continuar se hace necesario precisar que en España la ultraderecha estuvo englobada dentro del Partido Popular hasta el último lustro, momento en el que la derecha se fracturó en tres partidos: Partido Popular a la derecha, Vox situado en la extrema derecha y Ciudadanos ocupando una posición más liberal y, por tanto, más flexible. Pero, pensar que los liberales y los extremistas no tenían representación parlamentaria hasta estos últimos cinco años solo es una ilusión generada por los medios de comunicación españoles con la intención de mostrar apariencia democrática.
Ejemplos de la anterior reflexión habría por centenas, especialmente en los años ochenta y noventa, pero bastaría presentar unos pocos casos para demostrar lo relatado. El primer ejemplo podría ser Arsenio Fernández de Mesa, director de la Guardia Civil en el anterior gobierno del Partido Popular (2011-2016), diputado en las Cortes Generales por el mismo partido entre 1989 y 2012 y Delegado del Gobierno en Galicia entre 2000 y 2004. Arsenio, además del extenso currículum político, también atesora un brillante pasado como conocido ultra violento durante los años ochenta.
Un segundo caso podría ser Juan Parejo, actual coordinador de Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de José Antonio Monago, presidente de Extremadura, el cual luce en una fotografía con el brazo en alto y una camiseta nazi. Un tercer paradigma sería Agustín Conde, reconocido franquista por muchos diputados, que fue Secretario de Estado para la Defensa (2016-2018), alcalde de Toledo (1995-1999) y diputado y senador desde 1999 hasta 2019. Y un último apunte podría representarlo Santiago Abascal, el actual líder de la ultraderecha española, pues en sus inicios perteneció al Partido Popular. Origen que comparte con el actual líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
El enorme beneficio de la aparición de la extrema derecha
El gran beneficiado de la aparición de la extrema derecha ha sido el Establishment, pues han conseguido modificar las coordenadas del juego político. De hecho, esta modificación no fue la primera que hicieron.
Cuando en 2014 la izquierda española avanzaba con fuerza con un proyecto que giraba sobre coordinadas apolíticas —nueva política contra vieja política— sustentadas en la necesidad de regenerar un país cada vez más azotado por la corrupción del bipartidismo, que entonces suponían el Partido Popular y Partido Socialista, el sistema introdujo una nueva ficha en el tablero: Ciudadanos. La aparición de un partido joven, liberal y moderado en el tablero político nacional obligó a Podemos a cambiar la táctica y volver al tradicional eje de izquierda-derecha, pues la 'nueva política' también englobaba a Ciudadanos y cerca se encontraban de la presidencia.
De la misma manera que el Establishment creó a Ciudadanos para modificar la dinámica de juego cuando parecía que podían perder la partida, en esta ocasión la aparición de Vox está auspiciada para marginar de nuevo a la izquierda y legitimar de nuevo al sistema. Con Ciudadanos detuvieron el avance de la izquierda y con Vox pretenden hundirla. Lo están consiguiendo, pues con la independencia de la extrema derecha, con su discurso estridente y radical, casi bélico, que hasta entonces el Partido Popular guardaba en el armario, el mayor beneficiado ha sido el PSOE.
Si bien los bloques considerados izquierda-derecha se mantienen casi inalterados con fuerzas muy parejas, el PSOE ha disparado sus resultados políticos y ha pasado de 85 diputados a 123, mientras Unidas Podemos ha pasado de 71 a 42. Ello se ha debido a que la aparición de la extrema derecha ha movilizado a los votantes de izquierda para impedir el gobierno de la derecha, pero al tratarse de votantes desencantados, tanto del PSOE como de Unidas Podemos, su voto ha sido 'útil' y no 'ideológico'. Y en el escenario de la utilidad, el PSOE ha sido el más favorecido, sobre todo porque los medios de comunicación han trabajado en ese sentido.
Tal ha sido el trabajo mediático que al día siguiente de las elecciones los votantes progresistas españoles sentían una enorme satisfacción por haber detenido a la extrema derecha, aunque el PSOE esté intentando un pacto con Ciudadanos para evitar gobernar con la izquierda.
Antecedentes históricos
Por otra parte, históricamente, también en España, la extrema derecha siempre ha tenido la misma utilidad. Es una pieza que el sistema utiliza en situaciones de riesgo para provocar que el votante considere aquello que hace tanto le parecía malo como 'lo menos malo'. Sin duda, en la España postfranquista fue el golpe de Estado de 1981 el que permitió la victoria del partido socialista español en 1982. Un partido 'socialista' que introdujo a España en la OTAN, liberalizó y privatizó el sistema público o protegió a la monarquía designada por el propio dictador, Francisco Franco.
Casi cuatro décadas después ha sido la aparición de la ultraderecha, esta vez en el terreno político, lo que ha disparado los resultados electorales del PSOE, algo con lo que el propio partido ha jugado durante las elecciones. Y también lo que les ha legitimado. Desde que Vox existe mediáticamente el PSOE parece más demócrata, más social y más progresista.Justo lo que el Establishment pretendía.
La inestimable colaboración mediática
Pero la extrema derecha no habría podido aparecer sin la inestimable colaboración de los medios de comunicación. En general, los medios de comunicación españoles se caracterizan por su concentración en pocas manos, en manos del poder, del Establishment. No son familias o empresas cuyo futuro dependa del bienestar de la información, de su excelencia, son empresas deficitarias y endeudadas en muchos casos, cuyo futuro depende del bienestar empresarial del país.
Por ello, los medios de comunicación de forma masiva han dado un espacio mediático a Vox de un valor incalculable. Y lo han hecho de tres formas muy efectivas. Una, repudiándolo, atacándolo, pero en prime time; una segunda, defendiéndolo; y una tercera, normalizándolo.
El resultado: ha ganado las elecciones el Establishment con casi 20 millones de votos para PSOE, PP, Ciudadanos y Vox y 270 escaños sobre un total de 350. Nada de lo que suceda en España en los próximos cuatro años quedará al margen de las élites. Los poderosos volvieron a ganar las elecciones.
La temeraria normalización de la extrema derecha
Sin embargo, una cuestión que ni el poder ni los medios de comunicación han tenido en cuenta en su operación por mantener el poder destruyendo a la izquierda, que no solo se ha basado en ensalzar y normalizar a la extrema derecha, sino también en participar de una operación turbia organizada por el ministerio del Interior y la Policía Nacional española, es la enorme temeridad que supone la normalización de la extrema derecha.
Que personas de ideas tan extremistas, en algunos casos auténticamente extravagantes, ocupen espacio político y mediático en España y lo hagan de forma descarada y desvergonzada supone que su mensaje, tan simple y atractivo como falaz, llegará a todos los ciudadanos. No solo eso, sino que se trata de sujetos en muchos casos incontrolables, pues de la misma forma que el teniente coronel Tejero se negó a ceder el control del Congreso de los Diputados durante el golpe de Estado de 1981 a un gobierno de concentración nacional, los extremistas de Vox pueden ser capaces de negarse a más de una de las aspiraciones del Régimen. Por ello el poder les usa, les necesita, pero siempre de forma residual. Solo serán una verdadera opción de gobierno si la otra alternativa es la izquierda. Para entonces ya no habrá solución.
El último ciclo electoral en España, comprendido entre el 28 de abril, día en el que se celebraron elecciones generales, y el 26 de mayo, día en el que se celebraron elecciones municipales, autonómicas y europeas, ha supuesto la definitiva legitimación de la extrema derecha en España tras su irrupción en las pasadas elecciones celebradas en diciembre de 2018 en la comunidad autónoma de Andalucía.
El pasado ultra de la derecha española
Antes de continuar se hace necesario precisar que en España la ultraderecha estuvo englobada dentro del Partido Popular hasta el último lustro, momento en el que la derecha se fracturó en tres partidos: Partido Popular a la derecha, Vox situado en la extrema derecha y Ciudadanos ocupando una posición más liberal y, por tanto, más flexible. Pero, pensar que los liberales y los extremistas no tenían representación parlamentaria hasta estos últimos cinco años solo es una ilusión generada por los medios de comunicación españoles con la intención de mostrar apariencia democrática.
Ejemplos de la anterior reflexión habría por centenas, especialmente en los años ochenta y noventa, pero bastaría presentar unos pocos casos para demostrar lo relatado. El primer ejemplo podría ser Arsenio Fernández de Mesa, director de la Guardia Civil en el anterior gobierno del Partido Popular (2011-2016), diputado en las Cortes Generales por el mismo partido entre 1989 y 2012 y Delegado del Gobierno en Galicia entre 2000 y 2004. Arsenio, además del extenso currículum político, también atesora un brillante pasado como conocido ultra violento durante los años ochenta.
Un segundo caso podría ser Juan Parejo, actual coordinador de Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de José Antonio Monago, presidente de Extremadura, el cual luce en una fotografía con el brazo en alto y una camiseta nazi. Un tercer paradigma sería Agustín Conde, reconocido franquista por muchos diputados, que fue Secretario de Estado para la Defensa (2016-2018), alcalde de Toledo (1995-1999) y diputado y senador desde 1999 hasta 2019. Y un último apunte podría representarlo Santiago Abascal, el actual líder de la ultraderecha española, pues en sus inicios perteneció al Partido Popular. Origen que comparte con el actual líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
El enorme beneficio de la aparición de la extrema derecha
El gran beneficiado de la aparición de la extrema derecha ha sido el Establishment, pues han conseguido modificar las coordenadas del juego político. De hecho, esta modificación no fue la primera que hicieron.
Cuando en 2014 la izquierda española avanzaba con fuerza con un proyecto que giraba sobre coordinadas apolíticas —nueva política contra vieja política— sustentadas en la necesidad de regenerar un país cada vez más azotado por la corrupción del bipartidismo, que entonces suponían el Partido Popular y Partido Socialista, el sistema introdujo una nueva ficha en el tablero: Ciudadanos. La aparición de un partido joven, liberal y moderado en el tablero político nacional obligó a Podemos a cambiar la táctica y volver al tradicional eje de izquierda-derecha, pues la 'nueva política' también englobaba a Ciudadanos y cerca se encontraban de la presidencia.
De la misma manera que el Establishment creó a Ciudadanos para modificar la dinámica de juego cuando parecía que podían perder la partida, en esta ocasión la aparición de Vox está auspiciada para marginar de nuevo a la izquierda y legitimar de nuevo al sistema. Con Ciudadanos detuvieron el avance de la izquierda y con Vox pretenden hundirla. Lo están consiguiendo, pues con la independencia de la extrema derecha, con su discurso estridente y radical, casi bélico, que hasta entonces el Partido Popular guardaba en el armario, el mayor beneficiado ha sido el PSOE.
Si bien los bloques considerados izquierda-derecha se mantienen casi inalterados con fuerzas muy parejas, el PSOE ha disparado sus resultados políticos y ha pasado de 85 diputados a 123, mientras Unidas Podemos ha pasado de 71 a 42. Ello se ha debido a que la aparición de la extrema derecha ha movilizado a los votantes de izquierda para impedir el gobierno de la derecha, pero al tratarse de votantes desencantados, tanto del PSOE como de Unidas Podemos, su voto ha sido 'útil' y no 'ideológico'. Y en el escenario de la utilidad, el PSOE ha sido el más favorecido, sobre todo porque los medios de comunicación han trabajado en ese sentido.
Tal ha sido el trabajo mediático que al día siguiente de las elecciones los votantes progresistas españoles sentían una enorme satisfacción por haber detenido a la extrema derecha, aunque el PSOE esté intentando un pacto con Ciudadanos para evitar gobernar con la izquierda.
Antecedentes históricos
Por otra parte, históricamente, también en España, la extrema derecha siempre ha tenido la misma utilidad. Es una pieza que el sistema utiliza en situaciones de riesgo para provocar que el votante considere aquello que hace tanto le parecía malo como 'lo menos malo'. Sin duda, en la España postfranquista fue el golpe de Estado de 1981 el que permitió la victoria del partido socialista español en 1982. Un partido 'socialista' que introdujo a España en la OTAN, liberalizó y privatizó el sistema público o protegió a la monarquía designada por el propio dictador, Francisco Franco.
Casi cuatro décadas después ha sido la aparición de la ultraderecha, esta vez en el terreno político, lo que ha disparado los resultados electorales del PSOE, algo con lo que el propio partido ha jugado durante las elecciones. Y también lo que les ha legitimado. Desde que Vox existe mediáticamente el PSOE parece más demócrata, más social y más progresista.Justo lo que el Establishment pretendía.
La inestimable colaboración mediática
Pero la extrema derecha no habría podido aparecer sin la inestimable colaboración de los medios de comunicación. En general, los medios de comunicación españoles se caracterizan por su concentración en pocas manos, en manos del poder, del Establishment. No son familias o empresas cuyo futuro dependa del bienestar de la información, de su excelencia, son empresas deficitarias y endeudadas en muchos casos, cuyo futuro depende del bienestar empresarial del país.
Por ello, los medios de comunicación de forma masiva han dado un espacio mediático a Vox de un valor incalculable. Y lo han hecho de tres formas muy efectivas. Una, repudiándolo, atacándolo, pero en prime time; una segunda, defendiéndolo; y una tercera, normalizándolo.
El resultado: ha ganado las elecciones el Establishment con casi 20 millones de votos para PSOE, PP, Ciudadanos y Vox y 270 escaños sobre un total de 350. Nada de lo que suceda en España en los próximos cuatro años quedará al margen de las élites. Los poderosos volvieron a ganar las elecciones.
La temeraria normalización de la extrema derecha
Sin embargo, una cuestión que ni el poder ni los medios de comunicación han tenido en cuenta en su operación por mantener el poder destruyendo a la izquierda, que no solo se ha basado en ensalzar y normalizar a la extrema derecha, sino también en participar de una operación turbia organizada por el ministerio del Interior y la Policía Nacional española, es la enorme temeridad que supone la normalización de la extrema derecha.
Que personas de ideas tan extremistas, en algunos casos auténticamente extravagantes, ocupen espacio político y mediático en España y lo hagan de forma descarada y desvergonzada supone que su mensaje, tan simple y atractivo como falaz, llegará a todos los ciudadanos. No solo eso, sino que se trata de sujetos en muchos casos incontrolables, pues de la misma forma que el teniente coronel Tejero se negó a ceder el control del Congreso de los Diputados durante el golpe de Estado de 1981 a un gobierno de concentración nacional, los extremistas de Vox pueden ser capaces de negarse a más de una de las aspiraciones del Régimen. Por ello el poder les usa, les necesita, pero siempre de forma residual. Solo serán una verdadera opción de gobierno si la otra alternativa es la izquierda. Para entonces ya no habrá solución.
El expresidente español Felipe González comparte su receta para "acabar ya" con el Gobierno de Maduro (y el diálogo no es su ingrediente favorito)
Publicado: 25 jun 2019 20:44 GMT | Última actualización: 25 jun 2019 22:31 GMT
"El diálogo está mal planteado y permite a Maduro ganar tiempo", aseguró el exdirigente socialista.
El expresidente español Felipe Gonzalez en un acto público en Cartagena (Colombia), el 4 de enero de 2018.
Reuters
En la mañana de este lunes, el XII Foro Atlántico, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad en la Casa América de Madrid, abría su extenso programa de actividades con una conversación entre el expresidente del Gobierno español Felipe González y el escritor peruano Mario Vargas LLosa, desarrollada bajo el genérico epígrafe "Un diálogo sobre los retos de España, Europa y América Latina".
El objeto real de la conversación, sin embargo, fue mucho menos vago: en pocos minutos se centró casi exclusivamente en el conflicto venezolano, y más en concreto en cómo habría que actuar para derrocar pronto a Nicolás Maduro, en lugar de emplear tiempo y energía tratando de dialogar. O como el propio González lo expresó: "actuar inteligentemente para acabar ya".
De todos los moderadores posibles para este intercambio de ideas y reflexiones entre el histórico exdirigente socialista y el ganador del Premio Nobel de Literatura, el escogido fue Bertín Osborne, un popular cantante y presentador español, conocido también por sus posiciones políticas conservadoras y su sintonía declarada con los postulados del partido ultraderechista Vox. El desconcierto por este curioso detalle organizativo tuvo su eco en las redes sociales, por cierto.
Felipe González partió en su exposición de una premisa clara: "América está amenazada por el cáncer que representa Nicolás Maduro", dijo. Poco después, desestimaba la utilidad de las rondas de diálogo celebradas en Noruega entre el Gobierno venezolano y la oposición. "¿Tengo esperanza con Noruega? Poca. El diálogo está mal planteado y permite a Maduro ganar tiempo",opinó el exmandatario.
"Yo no estoy en contra de que se sienten a dialogar –matizó no obstante Gonzalez–, pero la oposición debe tener claro para qué se sientan; porque si no, el diálogo solo beneficia a la supervivencia de la tiranía".
A continuación mostró, con creciente energía, su convicción de que"los derechos no se negocian, se exigen", y concluyó con un sonoro "¡hay que plantarse!", que logró arrancar un aplauso a la audiencia.
En opinión del expresidente español, el Gobierno de Maduro es "una mezcla de dictadura y arbitrariedad", que en cualquier caso se encuentra ya en estado de "descomposición". "Estamos al final del régimen", sentenció a ese respecto.
A pesar de su rechazo manifiesto a la "dictadura y arbitrariedad", González reiteró su respaldo al dirigente opositor Juan Guaidó, quien se autoproclamó como "presidente encargado" de Venezuela sin ir a elecciones, ni cumplir los preceptos de la Constitución para ese acto. Además, aplaudió el fallido y fugaz intento de rebelión militar del pasado 30 de abril, encabezado en Caracas por el también jefe de la Asamblea Nacional.
El líder opositor venezolano Juan Guaidó, en Caracas (Venezuela), el 17 de junio de 2019 / Manaure Quintero / Reuters
No obstante, el exmandatario español recomendó cautela a Guaidó, a quien aconsejó no señalar "más días D" u "horas H", ya que "si no se cumplen esos días, se genera frustración". "Esto es un proceso largo, no algo que ocurra en un día", remarcó el exdirigente del PSOE.
A diferencia de sus declaraciones en mayo pasado, cuando González declaró a EFE que el "final de ciclo" para el chavismo era inevitable y que el país se precipitaba la salida de Maduro, el político español se mostró más conservador con sus augurios, algo comprensible en medio del evidente declive del entusiasmo por Guaidó en las filas opositoras, especialmente después del escándalo de corrupción con el ingreso de las "ayuda humanitaria" desde Colombia, que involucra a sus más cercanos colaboradores.
Ni Maduro en el Gobierno ni "perder el tiempo dialogando"
González se mostró partidario de articular "un Gobierno de transición de nueve o diez meses que en ningún caso puede contar con la presencia de Nicolás Maduro", e insistió en que "no se puede perder el tiempo negociando a cachitos si Leopoldo [López] puede salir de la embajada española o si se liberan presos". El expresidente español justificó esta urgencia asegurando que en Venezuela "mueren niños en los hospitales", y señalando el "éxodo masivo" que causado por la crisis política del país.
Pero en ese discurso de 'preocupación', faltaron palabras contra las medidas coercitivas y unilaterales impuestas por EE.UU. contra Caracas, que han deteriorado notablemente la calidad de vida de los venezolanos al impedir la compra de alimentos y medicinas. De hecho, el exmandatario español —al igual que la oposición del país caribeño— respaldó el bloqueode los fondos soberanos y abogó por endurecer las sanciones porque "son eficaces".
Por su parte, Vargas Llosa, que no dispuso de demasiado tiempo para hablar (tal vez por la inexperiencia de Bertín Osborne en la difícil tarea de moderar) repuso que "hay esperanzas de que Venezuela vuelva a disfrutar de una democracia y comience la dificilísima reconstrucción".
El escritor elogió la figura de Juan Guaidó y dirigió como colofón del acto unas palabras amables a Felipe González, fácilmente identificables como un dardo envenenado contra el actual presidente de España, el también socialista Pedro Sánchez: "Si todos los dirigentes socialistas tuvieran la lucidez que tiene Felipe González y hubieran actuado como él, de una manera tan clara, tan inequívoca, solidarizándose tan sistemáticamente con los opositores venezolanos que luchan por devolver la libertad y la democracia a Venezuela, yo creo que otra sería la situación hoy en día", dijo.