Cuando el célebre físico Stephen Hawking nació, el 8 de enero de 1942, toda la preocupación del mundo estaba centrada en problemas más terrenales como la Segunda Guerra Mundial. A pesar del difícil contexto en el que creció, el científico se las ingenió para apuntar la mira más alto y, durante su vida, intentar explicar los fenómenos que permitieron el nacimiento del universo.
En el libro póstumo, y en fragmentos recopilados en el blog Brain Pickings, Hawking destaca que las 'leyes de la naturaleza' son "el descubrimiento más grande de la Humanidad" y aclara que estas leyes son las que "nos dirán si necesitamos un dios para explicar el universo".
Para comenzar, el científico aclara que se refiere a "Dios" como una corporización de esas leyes de la naturaleza. Hawking considera que la visión de un dios a imagen y semejanza del ser humano es poco probable, debido a la "insignificancia" de la humanidad en el espacio total del universo. La clave, de todos modos, está en comprender "la mente" de ese dios que creó el universo, algo que según él sucedería finalmente sobre el final del siglo XXI.
La postura de Hawking es contundente: "Creo que el universo se creó espontáneamente desde la nada, de acuerdo a las leyes de la ciencia".
Pero ¿cómo es posible? Según el científico, para comprenderlo debemos conocer primero cuál es la "receta de cocina" del universo, basada en tres ingredientes: materia, energía y espacio. De todos modos, hay que explicar cómo esos tres ingredientes se mezclaron para generar lo que conocemos como el 'Big Bang'.
"El gran misterio en el corazón del Big Bang es explicar cómo todo un fantástico y enorme universo de espacio y energía puede materializarse de la nada. El secreto reside en uno de las verdades más extrañas de nuestro cosmos. Las leyes de la física requieren la existencia de algo llamado 'energía negativa'", introduce el físico en su libro.
Para explicarlo mejor, Hawking hace una curiosa analogía: "Imaginen que un hombre quiere construir una colina en un terreno plano. La colina representará el universo. Para hacer su colina, cava un hoyo en el suelo y utiliza esa tierra para crear su colina. Por supuesto, él no está solamente haciendo una colina; también está cavando un hoyo, que es la versión negativa de la colina. El material que había en el hoyo ahora está en la colina, quedando perfectamente balanceado. Esto es el principio detrás de lo que sucedió en el comienzo del Universo".
Hawking considera que eso demuestra que "si el universo se creó desde la nada, entonces no necesitas un dios para crearlo". "El universo es el mejor almuerzo gratis", ironiza en el libro.
Pero las preguntas no terminan ahí. El físico se propone responder también la siguiente pregunta clave: "¿Creó dios las leyes cuánticas que permitieran que el Big Bang sucediera?".
Según el científico, un dato crucial a tener en cuenta es que, de acuerdo a las mismas leyes de la naturaleza, "no solo el universo pudo haber surgido sin ninguna asistencia, como un protón, y sin necesitar nada en términos de energía, sino que también es posible que nada haya causado el Big Bang". "Nada", remarca.Hawking apela al ejemplo de un reloj ingresando a un agujero negro en el espacio, donde la gravedad es tan poderosa que colapsa la luz pero también el tiempo. Cuando el reloj se acerca al agujero y comienza a ser succionado, comienza a moverse cada vez más lento. Al terminar de ingresar al agujero, el tiempo en el reloj estará detenido, debido a que "el tiempo dentro del agujero negro no existe".
"Eso es exactamente lo que sucedió en el comienzo del universo", sintetiza Hawking en su libro, para luego explicar que, si viajáramos al momento del Big Bang encontraríamos un universo tan pequeño que equivaldría a "un agujero negro infinitamente denso y pequeño". Las leyes de la naturaleza también funcionarían allí, haciendo que, al igual que el reloj en el agujero negro, el tiempo se detuviera.
"No puedes alcanzar un momento antes del Big Bang porque no hay tiempo anterior al Big Bang. Finalmente encontramos algo que no tiene una causa porque no hay tiempo para que exista una causa. Para mí, esto significa que no hay posibilidad de un creador porque no hay tiempo para que haya existido un creador", concluye.
Para el científico, fallecido el 14 de marzo de 2018, esa explicación le lleva a pensar que "probablemente no haya cielo ni vida después de la muerte". "No hay evidencia para ello y contradice todo lo que conocemos en la ciencia. Creo que cuando morimos volvemos al polvo", añadió.
Sus conclusiones tampoco lo llevan al nihilismo, ya que consideraba que "tenemos esta vida para apreciar el grandioso diseño del universo", algo de lo que, aseguraba, estaba "extremadamente agradecido".