No llueve igual para todos
El Partido Demócrata se enfrenta a un dilema: por un lado, aceptar que su posible próximo candidato a las presidenciales de noviembre sea un hombre al que no quieren, y a quien el presidente, Donald Trump, califica como socialista; y por otro, aceptar que tal vez sea su única baza para destronar al actual inquilino de la Casa Blanca.
Pero además, es así como se vende el propio Sanders: envalentonado por su victoria días pasados en Nueva Hampshire, en su algarada afirmó que su victoria significará "el principio del fin" para Trump.
Tras perder por un escasísimo margen frente a Pete Buttigieg, en unas más que polémicas primarias de Iowa, terreno donde se abonó la siembra de más de una teoría de la conspiración, Sanders derrotó en Nueva Hampshire al único que parece estar en condiciones de hacerle frente en esta carrera hacia la presidencia.
Mientras, Nueva Hamphsire se convirtió en la primera cuneta donde quedan arrumbados al costado del camino los primeros descartes: el empresario Andrew Yang, quien obtuvo el 2,8% de los votos, y el senador de Colorado Michael Bennet, quien apenas se hizo con un 0,3%.
¿Revolución? ¿Qué revolución?
De la boca de Sanders ha salido el concepto "revolución política", al referirse a su idea de proyecto de país que tiene. Algo que podría darse de bruces con el establishment y los lobbies que hacen vida en la Casa Blanca.Al respecto, Martínez no cree "que Bernie Sanders tuviera que cambiar tanto respecto al discurso que tiene actualmente, porque parece revolucionario a ojos de Donald Trump y los más reaccionarios norteamericanos, que EEUU tuviera sanidad pública. Pero la sanidad pública está [presente] en la mayoría de las democracias burguesas y no por ello podemos hablar de un régimen socialista".
"Y por otra parte, Bernie Sanders ha sido un firme defensor de las contrarrevoluciones, las revoluciones naranjas, o como queramos llamarlas. Yo les llamo injerencias reaccionarias. Y me estoy refiriendo a las injerencias en Siria, en Libia. Bernie Sanders ha aplaudido sin reparo la política exterior estadounidense en estos casos", remacha Carlos Martínez.