«Indestructibles lazos de solidaridad y hermandad unen a Cuba y a los países del Caribe», así escribió en su cuenta de Twitter el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, al referirse a la partida de integrantes de la Brigada Henry Reeve hacia naciones de nuestra más cercana área geográfica, para poner su altísima profesionalidad en función del enfrentamiento a la COVID-19.
Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas, cuentan desde ayer, 26 de marzo, con el apoyo de médicos y personal de enfermería, como muestra de que las relaciones de la Isla con esos Estados van, más allá de los acuerdos bilaterales en diversas ramas, y de intereses comunes con los miembros de la Caricom, al ámbito del humanismo y de la solidaridad, con alto impacto en el bienestar de sus pueblos.
Como reafirmación de este principio, ya han partido también hacia Belice dos grupos, hasta sumar allí 58 valientes de ese ejército noble de batas blancas que honrarán, tal cual pasa en cada rincón al que asisten, la tradición internacionalista de la Revolución.
Junto a Granada, Surinam y Jamaica, ya son siete los países bañados por las aguas del Caribe que agradecen el apoyo inmediato de Cuba, a fin de fortalecer sus capacidades de respuesta ante el avance de la pandemia, provocada por el nuevo coronavirus sars-Cov2.
El gesto de la Mayor de las Antillas, consecuente con las bases que han sostenido al proceso revolucionario durante más de seis décadas, acontece en medio de otra de las tantas campañas que, con dinero enemigo, intenta desacreditar los objetivos sobre los que descansa la colaboración médica cubana, sin respetar, como de costumbre, los duros y excepcionales momentos que vivimos como humanidad.
Mientras, Cuba sigue con su corazón abierto al mundo. Más de los nuestros se alistan para partir a enfrentar la enfermedad que ha puesto en vilo a todo el planeta. Contra tremenda verdad, no puede mentira alguna.