Un partido, y unas prácticas mafiosas, que, como veremos, difícilmente puede desligarse de las élites españolas, hasta el punto de estar estas también involucradas en el conjunto de la trama. Por tanto, podemos concluir que España ha sido o se ha comportado, al menos durante el gobierno de la derecha, como una mafia.
Al frente de la 'Operación Kitchen': Jorge Fernández Díaz, ex ministro del Interior e imputado en la actualidad; y como director de operaciones, tanto en este como en muchos otros casos: el excomisario José Manuel Villarejo, en prisión en la actualidad. Pero solo son la punta del iceberg de una trama corrupta y mafiosa enraizada en la élite española hasta confundirse con el propio Estado. Una muestra de ello la encontramos en los involucrados: varios políticos de primer nivel como María Dolores de Cospedal –ex secretaria del Partido Popular y ex ministra de Defensa–, su marido –José López del Hierro– y el propio expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy; varios políticos de segundo nivel que se encuentran en una situación muy inestable judicialmente hablando; y varios comisarios de policía y colaboradores con la trama detenidos o en procesos judiciales. Además, los daños de la onda expansiva resultan incalculables para los medios de comunicación, partícipes por acción y por omisión; la Justicia española, de nuevo en entredicho; y el propio Estado español, otra vez cazado in fraganti en comportamientos delictivos. Y para los afectados, claro.
Porque, al analizar las operaciones cardinales de la 'Operación Kitchen', más allá de impedir el progreso del caso Gürtel sobre la corrupción del Partido Popular y dar con los documentos del extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, podemos concluir que los principales objetivos fueron, Catalunya y Podemos –y Venezuela como daño colateral–.
Los daños de la onda expansiva resultan incalculables para los medios de comunicación, partícipes por acción y por omisión; la Justicia española, de nuevo en entredicho; y el propio Estado español, otra vez cazado in fraganti en comportamientos delictivos.
En Catalunya involucraron a Artur Mas en el año 2012, en un periodo electoral, con una cuenta en Suiza. La misma operación se repitió en 2014 con el alcalde de Barcelona, Xavier Trias. En ambos casos se filtraron informes policiales falsos a los medios de comunicación afines, en estas dos ocasiones fue el diario El Mundo, y estos ejecutaron el tiro de gracia.
Este mismo medio, El Mundo, también informaba, tras la correspondiente filtración, que la familia Pujol tenía 137 millones de euros en Ginebra. Por este asunto fue intervenido el Banco de Madrid, pero realmente solo se encontraron 3,4 millones de euros en la cuenta de los Pujol, algo que no supo el juez hasta que lo leyó en el diario El Mundo. Una prueba obvia de la finalidad de los informes, concebidos como munición para los medios de comunicación en lugar de soporte policial para un proceso jurídico. Al menos, esta información, la de una cuenta de 3,4 millones de euros a nombre de la familia Pujol fue, de forma excepcional, verídica.
Como en los casos relatados, la forma de operar se basaba en elaborar un informe policial para filtrar a los medios, los cuales, sin contrastar la información, lo publicaban otorgándole verosimilitud y, en ocasiones, hasta veracidad. De todos los informes policiales falsos, quizás el de mayor repercusión fue el conocido como 'Informe PISA' (Pablo Iglesias S. A.), Un informe sin firma ni sello ni ningún tipo de acreditación publicado en 2016. En dicho informe se aseveraba que Irán había financiado a la formación morada. Sobre la financiación irregular de Podemos hubo mucho más, aunque con la variante venezolana. El Confidencial y Ok Diario publicaron que Venezuela había pagado siete millones de euros a Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Jorge Verstrynge. Hoy sabemos cómo consiguieron dar veracidad a su nueva falsedad: prometieron a Rafael Isea, exministro de finanzas de Hugo Chávez, sacar a su familia de Venezuela. Rafael aceptó dar veracidad a la falacia. Sin embargo, a diferencia de otros casos, no cumplieron lo prometido. Rafael se quedó sin la "nueva vida" prometida y denunció lo ocurrido.
En mayo de 2016 se produjo una nueva arremetida contra Podemos: una orden de pago de 272.325 dólares del Gobierno venezolano a favor de Pablo Iglesias en el Euro Pacific Bank de las islas Granadinas. De nuevo, una falacia. Como la propia entidad bancaria aseveró. Un mes más tarde desapareció el teléfono de Dina Bousselham, asesora de Pablo Iglesias en el Parlamento Europeo. Parte de la información del teléfono terminó en la revista Interviú y después en manos del excomisario Villarejo. Hoy todavía se encuentra este episodio bajo proceso judicial.
Lo expuesto hasta ahora solo son ejemplos de los múltiples episodios perpetrados, pero el verdadero objetivo de la 'Operación Kitchen' fue silenciar a Luis Bárcenas, el extesorero del Partido Popular: había que hacer todo cuanto fuera necesario para que la trama de financiación irregular del Partido Popular no trascendiera.
Objetivo: silenciar a Luis Bárcenas
Película El Padrino. Jack Woltz, un gran productor cinematográfico que pocas horas antes le había negado un favor a Don Corleone, despierta entre sábanas ensangrentadas. Espantado, comienza a destaparse y buscar el origen de la sangre hasta descubrir que la sangre proviene de la cabeza de uno de sus caballos. Grita horrorizado. Poco después, cumple los deseos del gran capo. Es, quizás, la escena más espeluznante de la obra maestra de Francis Ford Coppola basada en la novela de Mario Puzo publicada en 1969. Una escena, y una trilogía impregnadas en el imaginario colectivo, que resultaría parca para describir lo que ha sucedido en la España gobernada por el Partido Popular entre 2011 y 2018.
23 de octubre de 2013. Enrique Olivares García, disfrazado de sacerdote, consigue entrar en casa de Luis Bárcenas –que entonces se encontraba en prisión por la contabilidad paralela del partido y amenazaba con 'tirar de la manta'– tras convencer a la trabajadora del hogar y a Rosalía Iglesias, la mujer de Bárcenas, de ser un sacerdote procedente de instituciones penitenciarias. Tras reunir en el salón a las dos mujeres y a Guillermo, hijo del matrimonio, con la excusa de rellenar una documentación, saca un revólver y exige la entrega inmediata de la información del extesorero que pudiera comprometer a Mariano Rajoy. La operación fracasa, Enrique es detenido y, posteriormente, condenado a 22 años de prisión.
Sabemos que actuaron como mínimo 70 policías y que lo hicieron con pleno conocimiento de la Jefatura de Interior, incluido el exministro Jorge Fernández Díaz, y muy posiblemente del propio presidente Mariano Rajoy y de la ex secretaria general del PP. Es decir: fue una operación de Estado.
La operación, aparentemente desastrosa, no lo fue tanto. Luis Bárcenas no llegó a 'tirar de la manta' como prometía, seguramente intimidado; Enrique Olivares García, el sacerdote falso, tampoco lo haría, pues sufriría un ictus en prisión que le impidió hablar; y, casualmente, el hijo de Luis Bárcenas, Guillermo, como ocurriría con el personaje de Johnny Fontane en El Padrino, desdibujado en la trilogía con respecto a la novela, obtendría un gran éxito, en este caso, musical.
Este asalto, del falso cura a la vivienda de Luis Bárcenas, solo constituyó una pequeña parte de la 'Operación Kitchen', lo que podemos certificar si tenemos en cuenta que el coste del mismo se ha cifrado en 10.000 euros del coste total de la operación acreditado a día de hoy, 53.266 euros, aunque se estima que esa cifra pudiera ser más elevada. Pero es que, además, sabemos que: 1) actuaron, como mínimo, más de 70 policías; y 2) lo hicieron con pleno conocimiento de la Jefatura de Interior, incluido el exministro Jorge Fernández Díaz y su mano derecha –Francisco Martínez–, y muy posiblemente del propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y de la ex secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal. Es decir: fue una operación de Estado. Del Estado español.
Tal es la situación que, aunque el asalto del falso sacerdote fracasara, unos meses antes, en el verano de 2013, el comisario Enrique García Castaño, conocido como El Gordo, tuvo acceso a documentación obtenida ilegalmente del estudio de restauración de arte de la mujer de Luis Bárcenas, Rosalía. De ello, podría haber tenido conocimiento el comisario Eugenio Pino.
Pero lo realmente significativo en este asunto, aunque en la 'Operación Kitchen' no se trate del actor principal, porque nos encontramos ante una obra coral, lo encontramos en la presencia del ex comisario Villarejo. Piedra angular de múltiples tramas en las que se encuentra involucrada gran parte de la élite española: desde entidades bancarias del potencial del BBVA a Juan Carlos I, pasando por el Pequeño Nicolás o Juan Muñoz, el marido de Ana Rosa Quintana, conocida presentadora de televisión. Casi nada. Una enrevesada trama que parece señalar una podredumbre de dimensiones pocas veces vista. Una podredumbre estatal. Nacional.