El artículo de NYT utiliza como fuente un estudio de investigadores de las universidades de Tulane, en New Orleans, Pennsylvania, que consigna "datos obtenidos por The New York Times de las autoridades electorales de Bolivia". Según este nuevo estudio, la OEA usó un método estadístico inapropiado, que creó artificialmente la apariencia de un quiebre en la tendencia de la votación. Es más: el consultor de la OEA que hizo el análisis estadístico en aquella famosa auditoría final fue consultado en varias ocasiones por los autores del nuevo estudio. Y no proporcionó detalles ni compartió sus métodos, destaca el artículo.
Con informes amañados, con medios de comunicación adictos, con persecuciones, destruyeron Bolivia. Aún tardío es igualmente importante mostrar lo que hizo la OEA, para que Bolivia vuelva a transitar algún sendero democrático pronto
Ya en febrero pasado había surgido otro informe, de dos investigadores del Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Fue una investigación que consideraba "altamente probable" que Evo Morales haya ganado aquella elección por una diferencia mayor al 10% de diferencia sobre el segundo candidato, Carlos Mesa. Esa diferencia le daba el triunfo en primera vuelta, evitando el ballotage, de acuerdo a las reglas electorales bolivianas. "No parece haber una diferencia estadísticamente significativa en el margen antes y después de la suspensión de la votación preliminar", decía aquella nota de los investigadores del MIT. Quienes cubrimos elecciones previas en Bolivia sabemos que los votos rurales, del campo, son los últimos que ingresan. Históricamente, por cuestiones demográficas. Y son favorables al MAS en un 80%. Por eso no hubo quiebre de tendencia: existió la misma tendencia que en todas las elecciones anteriores, ya sean presidenciales o legislativas. Se profundizó el voto a Morales con la carga final de esos votos.
Démosle un contexto a todo lo que acabamos de mencionar: Massachusetts, New Orleans, Pennsylvania, The Washington Post, The New York Times. Es decir, EE.UU. Resulta grandilocuente que ahora desde EE.UU. se diga tan abiertamente que lo que hizo la OEA, con sede en Washington, fue un despropósito. ¿Es tarde? Sí, es tarde porque el golpe fue consumado. Asumió un "gobierno transitorio", entre miles de comillas, que fácilmente podríamos catalogar como un gobierno de facto, encabezado por la senadora Jeanine Añez, que se autoproclamó primero presidenta del Senado y luego presidenta de Bolivia. Sin quorum, de vuelta. El nuevo gobierno, autoritario, se estrenó con dos masacres: Senkata, en El Alto, y Sacaba, en Cochabamba. Dolorosos crímenes que fueron investigadas por la CIDH en el lugar de los hechos. Además hubo un nuevo alineamiento incondicional con el gobierno de EEUU, a través de las agencias que Evo Morales había expulsado del país, como la USAID. Y el ex presidente en el exilio, junto a más de 200 funcionarios que también se refugiaron en distintos países y Embajadas para proteger su vida.
Hay fecha fijada de elecciones, el próximo 6 de septiembre. Fue luego de idas y vueltas entre el legislativo, el Ejecutivo y el Tribunal Electoral. Pero atención: el cruceño Luis Fernando Camacho, uno de los autores materiales del golpe, pide posponerlas poniendo como ejemplo otros comicios de Paraguay, incomparables. No quiere que vuelva el MAS, que lleva al candidato Luis Arce Catacora, ex Ministro de Economía de Morales. Camacho ingresó en el Palacio Quemado con una Biblia mientras Morales todavía estaba en Bolivia: lo que hizo es un delito, lisa y llanamente. Teme también, seguramente, ir preso.
La síntesis de esta columna: destruyeron Bolivia en unos meses. Con informes amañados, con medios de comunicación adictos, con persecuciones, destruyeron Bolivia. Aún tardío es igualmente importante, muy importante, que The New York Times y The Washington Post muestren lo que hizo la OEA. Que se lo cuenten al mundo. Para que Bolivia vuelva a transitar algún sendero democrático pronto: ojalá luego de las elecciones de septiembre, sin los usurpadores en el Palacio Quemado.
Meses después sabemos la verdad: el fraude en Bolivia no fue de Evo, fue de la OEA.
Por Juan Manuel Karg
Politólogo UBA / Analista Internacional