El jefe de las Fuerzas Armadas australianas dice que los hechos que han salido a la luz podrían constituir el episodio más vergonzoso en la historia militar del país.
Los integrantes del Grupo de Trabajo de Operaciones Especiales de Australia, que operó en Afganistán entre 2005 y 2016, ejecutaron ilegalmente a 39 personas, concluyó Paul Brereton, el inspector general de las Fuerzas de Defensa australianas, en un reporte especial de 465 páginas presentado este jueves.
La investigación llegó a la conclusión de que las fuerzas especiales del país fueron responsables de 39 homicidios, en su mayoría de prisioneros, y que ninguno de ellos tuvo lugar durante combates, por lo que podrían constituir un crimen de guerra. Además, se descubrió que en varias ocasiones algunos superiores de rango exigieron a soldados jóvenes que dispararan a un prisionero para lograr "su primera muerte", una práctica de iniciación conocida como "sangrado". En total se identificaron 25 perpetradores y cómplices, algunos de los cuales están todavía en servicio.
También se encontraron pruebas de que las tropas australianas llevaban armas, radios y granadas no registradas para colocarlas junto a los cadáveres de civiles para justificar que eran un "objetivo legítimo" de sus operaciones.
El informe, sin embargo, exonera a la jefatura del Ejército de la responsabilidad de los asesinatos. Brereton no encontró "pruebas" de que militares de alto rango tuvieran conocimiento de los homicidios ilegítimos, dado que los soldados ocultaron las ejecuciones para evitar el escrutinio.
Scott Morrison, el primer ministro australiano, llamó este miércoles a Ashraf Ghani, el presidente afgano, para expresar su "más profundo pesar" por el descubrimiento. Por su parte, el jefe de las Fuerzas de Defensa de Australia, el general Angus Campbell, ofreció este jueves una conferencia de prensa para pedir disculpas al pueblo de Afganistán en nombre de las Fuerzas Armadas de su país y enfatizó que los datos del documento dañan "nuestra autoridad moral como fuerza militar".
Campbell describió la conducta de las fuerzas especiales como "posiblemente el episodio más vergonzoso en la historia militar de Australia". Al mismo tiempo, informó sobre la disolución del Segundo Regimiento de Mandos, y señaló haber aceptado las 143 recomendaciones del reporte, entre ellas someter a los sospechosos a un interrogatorio por parte de la oficina del investigador especial a fin de considerar posibles casos penales.
En 2016 Paul Brereton comenzó la investigación sobre la supuesta mala conducta de las tropas de élite australianas desplegadas en Afganistán entre 2005 y 2016. Durante el trabajo revisó 20.000 documentos y 25.000 imágenes y entrevistó a 423 testigos.