El 14 de diciembre de 1825, un grupo de aristócratas rusos lo apostaron todo, desde su posición en la sociedad hasta su vida, para intentar cambiar el destino de Rusia. Su iniciativa falló, y todas sus familias tuvieron que pagar el precio. Esta es la historia del decembrista Iván Ánnenkov y Pauline Geuble, quien lo siguió hasta Siberia.
Pauline era una modista francesa que llegó a Moscú en 1823 para trabajar en una tienda de ropa. Tras pasar un par de años en Rusia, conoció al aristócrata Iván Ánnenkov. Los dos se enamoraron, pero no podían casarse por ser el estatus social de Pauline infinitamente más bajo que el de Iván.
En diciembre del mismo año, un grupo de nobles organizaron un levantamiento, que luego se conoció como
la Revuelta decembrista, para evitar que Nicolás I tomara el trono. El objetivo era abolir la autocracia y la servidumbre y hacer de Rusia un país europeo y progresista. La revuelta falló y cinco instigadores fueron ahorcados, mientras que 120 fueron exiliados a Siberia. Ánnenkov fue uno de estos 120.
Muchas esposas de los decembristas tomaron la difícil decisión de seguir a sus maridos al exilio. Pauline estaba entre ellas, aún sin estar oficialmente casada con Iván. Le escribió una carta al emperador ruso Nicolás solicitando un permiso para viajar a Siberia y casarse allí con su amado. El permiso le fue concedido.
La pareja pasó juntos casi 50 años y tuvo 18 hijos, siete de los cuales sobrevivieron.