Esto puede ser un anuncio de la emergencia de un nuevo orden mundial en el que el dólar quedará relegado a un segundo plano. De las tres potencias económicas principales: EEUU, Europa y China, esta última ha estado dando señales de querer ser menos dependiente del sistema financiero estadounidense, comprando cada vez menos bonos del tesoro de EEUU e impulsando proyectos de comercio bilateral con otros países en pagos con monedas nacionales.
A todo ello hay que sumar el efecto pandemia, que está haciendo que la gente empiece a pensar que los mismos bancos centrales, liderados por los dictados de la Reserva Federal, están degradando sus monedas, impulsando así la compra de criptomonedas, que gobernadas por la ley de la oferta y la demanda ven disparado su precio.
Parece ser que el nuevo patrón oro puede ser, paradójicamente el altamente volátil bitcóin, junto con otras monedas digitales, sobre todo si tenemos en cuenta que el comercio digital y los flujos de información —no olvidemos que las criptomonedas son básicamente datos— no paran de crecer de forma exponencial.