Si bien los funcionarios del FMI prefieren firmar el acuerdo de 45.000 millones de dólares con Argentina lo antes posible, algunos especialistas sostienen que para el Gobierno es positivo retrasarlo. Argentina podría asumir más responsabilidad y adoptar mayores compromisos políticos una vez que la presión de la votación legislativa clave haya desaparecido, señalaron tres personas familiarizadas con las consultas.
La principal prioridad del FMI es que Argentina diseñe un acuerdo que pueda cumplir y que le devuelva a la senda del crecimiento, y el organismo internacional está convencido de que no puede forzar la mano de la nación, enfatizaron los interlocutores de la agencia. Un portavoz argentino agregó que su personal sigue colaborando constructivamente con las autoridades argentinas para esbozar un posible programa.
Las conversaciones comenzaron en septiembre de 2020. Un programa renovado debería reprogramar los 45.000 millones de dólares que la nación debe al prestamista bajo el acuerdo anterior. Inicialmente unos representantes del Gobierno propusieron cerrarlo en mayo, un plazo que el director del hemisferio occidental del FMI, Alejandro Werner, calificó de "ambicioso".
"No lo veo inalcanzable, pero es claramente una fecha ambiciosa. Las autoridades argentinas, obviamente, están trabajando muy duro para hacer frente a la necesidad de poder llegar a un acuerdo para mayo", declaró Werner en febrero durante una rueda de prensa virtual.
Este comentario podría sumarse al de la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
"Ya se sabe el dicho en Argentina: 'hacen falta dos para bailar tango', así que ambas partes tenemos que poner nuestro granito de arena de nuestra parte y encontrar un camino para llegar a un acuerdo", señaló la jefa del organismo.
Un importante riesgo político
Recientemente el presidente argentino, Alberto Fernández, declaró que no quiere precipitarse a la hora de negociar. Todavía no ha enviado un plan económico detallado ni al FMI ni a los líderes de su coalición, lo que puede representar un paso clave para que la negociación avance, según otras dos fuentes de la agencia.
Fernández, que lidera una amplia coalición peronista, el Frente de Todos, que incluye al grupo de izquierda dirigido por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, se enfrenta a una senda política cada vez más angosta a medida que se acerca la votación del 24 de octubre. El anuncio de un acuerdo con el FMI, que probablemente incluya promesas de austeridad fiscal, podría perjudicar a la posición de la coalición, señala Bloomberg.
Muchas personas en el país suelen culpar al Fondo Monetario Internacional de su recurrente crisis económica. La tensa historia de Argentina con esta organización internacional incluye la crisis financiera de 2001, cuando los dolorosos recortes presupuestarios a los que instó el Fondo Monetario Internacional no lograron evitar un colapso económico y el incumplimiento de la deuda. El acuerdo récord de 2018 tampoco logró reimpulsar la economía argentina.
Retrasar el acuerdo también conlleva ciertos riesgos. El Gobierno puede animarse a seguir ese camino tras una serie de golpes de suerte, como el aumento de los precios de la soja y una posible nueva financiación del FMI, según la fuente. En particular, Argentina espera utilizar los derechos especiales de giro del organismo para pagar en septiembre la deuda en vencimiento de 1.900 millones de dólares, si no concluye un trato para entonces.
Si bien el país acaba de salir de tres años de recesión, se prevé que la inflación alcance casi el 50% este año y que la tasa de desempleo siga siendo de dos dígitos. La reestructuración de la deuda de 65.000 millones de dólares con los acreedores privados realizada en 2020 no consiguió mejorar la credibilidad de la economía argentina, y los bonos están de nuevo en los llamados terrenos basura. Como resultado, Argentina no puede acceder al crédito exterior, lo que le obliga a imprimir dinero.