El medio escribe que el punto de inflexión llegó en 2014. En respuesta a las sanciones financieras y políticas adoptadas por la Unión Europea y EEUU, Vladímir Putin puso en marcha un estricto embargo de todos los productos alimentarios procedentes de Europa. Como consecuencia, frutas, verduras, productos lácteos, carne y cereales de la UE desaparecieron de un día para otro de las tiendas rusas.
La medida no solo estaba pensada para perjudicar a los agricultores europeos, privados de un importante mercado sino también suponía un impulso decisivo para los productores locales, señala el diario.
"Desde el principio, estas contrasanciones fueron concebidas como una herramienta en la lucha geopolítica y como una oportunidad para los productores rusos", indicó Mijail Makárov, representante comercial de Rusia en Francia.
Los productores locales lograron ocupar el espacio disponible en el mercado. La producción rusa de carne de cerdo ha aumentado un 30% en cinco años. Además, durante los últimos años el país, importador neto durante décadas, se ha convertido en el primer exportador mundial de grano.
Por otro lado, el Gobierno ruso invierte recursos enormes en el desarrollo y la modernización de la agricultura nacional.
Solo en 2021, Rusia tiene previsto invertir más de 1.000 millones de dólares en su programa estatal de desarrollo agrícola, en forma de préstamos preferenciales, créditos fiscales y subvenciones. También apoya las exportaciones, con subvenciones dirigidas específicamente a la logística.
L'Express subraya que el efecto de estas ayudas se multiplica por la estructura del mercado agrícola ruso, que se organiza en torno a empresas gigantescas con cientos de miles de hectáreas de tierra.
"Más del 50% de las tierras agrícolas rusas son cultivadas por estos holdings", afirmó al medio Olga Golóvkina, especialista en el mercado agrícola ruso y directora comercial de una compañía especializada en ayudar a las empresas francesas a instalarse en Rusia.
"Cada uno de ellos explota entre 100.000 y 600.000 hectáreas. Los que se especializan en la producción lechera tienen rebaños de hasta 50.000 cabezas. Es una estructura fundamentalmente diferente a la nuestra [francesa], formada por una multitud de explotaciones muy pequeñas unidas en cooperativas", precisó.
Los conglomerados agroindustriales después de haber gastado mucho dinero en la renovación de su maquinaria y en semillas de calidad, se orientan ahora hacia las nuevas tecnologías.
En los campos de Rusia aparecen cosechadoras autónomas, se amplía el uso de los sensores, drones y satélites que vigilan los campos y rebaños. El gobierno financia hasta el 50% del coste de estas tecnologías.
"La industria agroalimentaria rusa vive una auténtica edad de oro", concluye el diario.