Un día después de asumir el gobierno, el presidente argentino, Alberto Fernández se reunió con su par cubano Miguel Díaz-Canel, y con Michael Kozak, el enviado del mandatario estadunidense Donald Trump, mientras que en La Plata, provincia de Buenos Aires, asumieron sus cargos, el gobernador Axel Kicillof y la vicegobernadora Verónica Magario, con anuncios de medidas importantes, como también lo hicieron algunos ministros del gobierno nacional que ocupan áreas estratégicas.
Como anécdota de lo que le advirtió este martes a Fernández la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre la “herencia” que recibía de “país devastado” y “tierra arrasada”, el presidente debió recibir a su primer invitado de este día extremadamente caluroso, en una oficina sin aire acondicionado, porque el exmandatario Mauricio Macri se llevó entre otras cosas el equipo eléctrico.
Kicillof confirmó que como la nación, la provincia estaba en default (cesación de pagos) y hubo un corte de luz que afectó a miles de bonaerenses, a pesar de que la empresa chilena Edesur y su filiales, aumentó las tarifas en más de tres mil por ciento para hacer inversiones y evitar los apagones.
El recién asumido gobernador bonaerense, que ganó holgadamente a su antecesora María Eugenia Vidal, informó que declarará la emergencia en la provincia más grande y poblada del país, suspenderá los aumentos tarifarios dispuestos por el gobierno que ayer concluyó. “Lo que dejó Vidal, entre otras cosas es una caja de 25 mil millones de pesos, que no alcanza para cubrir las obligaciones del próximo mes que suman 50 mil millones de pesos, además la altísima cifra de desempleo, pobreza, una deuda y una inflación desmesuradas”.
También resultó afectado el Banco Provincia de Buenos Aires, cuyos trabajadores denunciaron la ahora exgobernadora, además de la gravísima situación de la industria y el comercio, que calificó de “dramática” y prometió trabajar sin descanso. “Lo que se aplicó aquí fue un modelo de valorización financiera, de endeudamiento y fuga de capitales”, dijo.
En tanto, Fernández almorzó con Michael G. Kozak, subsecretario de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, quien se mostró dispuesto a que su país ayude a Argentina en las negociaciones por la restructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y se habló de la necesidad de reforzar las relaciones bilaterales.
En un mensaje oficial de la presidencia se informó que “acordaron crear un sistema de consulta permanente para trabajar coordinadamente entre ambos países”. Asimismo se conoció que en la reunión no se habló sobre la decisión de Mauricio Claver, asesor presidencial y director de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, de anticipar su regreso supuestamente por sentirse “afectado” por la presencia en el acto de asunción del ministro venezolano de Comunicación, Jorge Rodríguez.
Al respecto, el gobierno remarcó que el presidente “es dueño de invitar a la Argentina a quien quiera”. En la reunión participaron también el embajador en Buenos Aires, Edward C. Prado, el consejero político Chris Andino y la asesora Mariju Bofill. Y de la parte argentina estuvieron presentes el canciller Felipe Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz y Jorge Argüello, quien podría ser embajador argentino en Washington.
Fernández recibió a varios de sus invitados como el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, quien ha recibido aquí homenajes de instituciones y universidades, y con los expresidentes de Uruguay José Pepe Mujica y su esposa la exsenadora Lucía Topolansky y el expresidente de Paraguay Fernando Lugo, entre otros.
Resolver el default
“Venimos a resolver el problema de virtual default (cesación de pagos) que dejó la administración anterior”, dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, muy cercano al premio Nobel Joseph Stiglitzt, durante su primera conferencia de prensa y señaló que en 2020 “no es un año en el que se pueda hacer ajuste fiscal” y agregó que “no funciona atacar la inflación solamente con política monetaria”.
Guzmán, que ha mantenido ya un dialogo con funcionarios del FMI, señaló que en ese organismo “hay un reconocimiento del fracaso del programa anterior” y remarcó que el Fondo también admite “la grave situación económica en la que está Argentina”.
“La macroeconomía está en un estado muy frágil, navegando por un corredor muy fino” y estimó que al finalizar 2019 la inflación va a rondar 55 por ciento y con elevados niveles de pobreza, desempleo y destrucción de empresas.
(Tomado de La Jornada)