Por Jorge Falcone, Resumen Latinoamericano, 1 de junio de 2021.
“Existe la posibilidad de nuevos gobiernos progresistas, como el de Gustavo Petro en Colombia y Pedro Castillo en Perú. Pero no tendrían la menor chance de apaciguar a las clases dominantes, ni conseguirían desmovilizar a los pueblos. Algo similar puede decirse en el resto de los países. Quien gobierne, tendrá el terreno acotado arriba y abajo, por lo cual los cambios serán mínimos, por lo menos a corto plazo. Es una buena chance para que los pueblos tomen iniciativas en otras direcciones. Los proyectos autonómicos son una posibilidad real. Que los jóvenes urbanos de Cali hayan llamado a la Guardia Indígena para su defensa, que la bandera mapuche sea la más ondeada en la revuelta chilena muestran que los territorios autónomos en resistencia se han convertido en alternativa real y concreta para amplios sectores de las sociedades”.
Raúl Zibechi
“América Latina: De la ingobernabilidad al caos”
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(29/5/2021)
Mientras escala el descontento popular en la región, Argentina continúa atravesando el peor momento de la emergencia sanitaria, con cifras alarmantes de contagio que no remiten sustancialmente pese a las restricciones, con personal sanitario sumamente agotado, y con gran escasez de plazas de internación. En un contexto tan afligente, nuestro pueblo sigue siendo rehén de una grieta de carácter eminentemente electoral fomentada por los medios hegemónicos, cuyos protagonistas principales no han dejado de ser Mauricio Macri y Cristina Kirchner, aunque circunstancialmente parezcan ser Patricia Bullrich y Alberto Fernández, ese presidente que le da entidad a la jefa del PRO amenazando con hacerle juicio por sus denuncias de supuesta coima en el proceso vacunatorio, gesto reforzado ahora por las autoridades de la señal C5N cubriéndole las espaldas a dicha dirigente, a expensas de un desliz de un buen periodista como Tomás Méndez. En tanto, la retrógrada masa crítica de los terraplanistas que se manifiestan contra el confinamiento, apoyados por esxs “libertarios” para quienes cualquier praxis o intervención ajena al mercado merece ser catalogada como socialista o comunista, suministra – a sabiendas o no – el plafón bolsonarista necesario para que “los desconocidos de siempre” vuelvan a hacer de las suyas volando un local del Frente de Todos en una Bahía Blanca tutelada por la Marina, o hackeando el merecido homenaje virtual al cineasta detenido-desaparecido Raymundo Gleyzer, organizado por numerosas asociaciones de documentalistas que debieron interrumpirlo ante la irrupción del himno nazi.
Las penas son de nosotrxs… las vacunas son ajenas
Nuestra América se debate nuevamente en estertores de parto. Una de las lecciones insoslayables que aportan las revueltas populares que hoy conectan al Caribe con Los Andes, es la del agotamiento de las democracias formales.
Por estos lares, mientras en el seno de la partidocracia se apuntan entre oficialistas y opositores para responsabilizarse por los problemas del país, exclusivamente motorizados por una agenda electoral, sigue aumentando la cantidad de pobres (42%), se desmorona el poder adquisitivo, continúa habiendo inflación, y sube el desempleo. Como si esto fuera poco, la situación sanitaria enfrenta un desafío sin precedentes y miles de argentinos pierden la vida al borde de un colapso hospitalario.
La Universidad de Oxford aporta datos que muestran claramente un centro y una periferia en el acceso a las vacunas: En el cálculo de dosis cada 100 habitantes,Israel lleva 121, Estados Unidos 82 y Alemania 47. Otros países como Argentina 22 y Brasil 25, mientras que Sudáfrica no llega a 1 vacuna (0.81) por cada 100 habitantes y El Congo registra solo el 0.01.
La consultora Airfinity estimó que países como Estados Unidos y algunos de Europa llegarán a la inmunidad (70 % de la población vacunada) en julio. Aunque gran parte de Nuestra América, África y Asia no alcanzarán la inmunidad colectiva antes de 2022. De hecho Sudamérica – con 301 casos por millón de habitantes – encabeza la lista mundial de contagios de Covid-19, siendo Argentina y Uruguay los países más afectados.
En 2019,un año antes de que se desatara la pandemia en curso, el 90 % de las ventas de vacunas estaba concentrado en 5 grandes multinacionales: Pzifer, Merck y Gilead Sciences (EEUU), GlaxoSmithKline GSK (Reino Unido) y Sanofi (Francia)
Ese mercado había facturado 33.000.000.000 de dólares, como resultado de 5.500.000 de dosis comercializadas, según datos del Global Market Vaccine Report de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La peste puso en evidencia la velocidad del lucro de estas multinacionales para comercializar la vacuna. Las 5 empresas mencionadas concentran el 77 % de las dosis que se aplicarán este año a más del 90 % de la población mundial, proyectó en un informe de abril de este año el Deutsche Bank. Para Covid-19, hay 12 planes industriales en plena vigencia que en conjunto producirán para este año alrededor de 15.000.000.000 de dosis, lo que alcanzaría para inmunizar a toda la población mundial.
Esta disputa por quién se queda con la parte del león adquiere forma política en la lucha por liberar las patentes. Ángela Merkel, canciller de Alemania, manifestó el pasado 8 de mayo en una rueda de prensa que “la Unión Europea siempre ha exportado gran parte de su producción. No creo que la suspensión de las patentes sea la solución para que haya vacunas para más personas”.
Un día antes, Albert Bourla, consejero delegado de la farmacéutica Pfizer, declaró que liberar las patentes “desincentivará” a otras empresas a tomar riesgos y que va a “crear más problemas” en lugar de mejorar la situación de la cadena de suministro.
Como contraparte, también el pasado 8 de mayo, el Sumo Pontífice en un concierto benéfico organizado por Global Citizen reclamó la “suspensión temporaria de derechos de propiedad intelectual” de las vacunas contra el coronavirus, a la vez que ratificó la necesidad de que haya un “acceso universal” al desarrollo científico.
Cinco días después, Gao Feng, portavoz del Ministerio del Comercio de China, expresó que su país “apoya la propuesta de la OMC de suspender los derechos de propiedad intelectual relativos a las vacunas contra el Covid-19 y a otros preparados antiepidémicos y propone pasar a la etapa de consultas sobre el respectivo texto”.
Ante este panorama, cabe advertir que el círculo vicioso que tradicionalmente ha afectado a lxs jóvenxs (muchos trabajos requieren experiencia, pero esta no se puede adquirir sin empleo) se ha visto agravado en todo nuestro continente desde el inicio de la pandemia. Escuelas y universidades siguen cerradas presencialmente en muchos lugares y la falta de recursos aleja a lxs jóvenxs de las aulas. El virus persiste y la crisis económica es galopante, pero no afecta a todos por igual: mientras que en Estados Unidos la vacunación masiva ayuda a vislumbrar la luz al final del túnel, en México 2020 cerraba con una pérdida de 672.000 empleos entre lxs menorxs de 24 años; en Colombia, donde la pobreza alcanza el 45% y el desempleo juvenil el 25%, la juventud ha ganado las calles. E índices similares comprometen a Argentina y Perú.
El Covid-19 tampoco deja mucho espacio para la igualdad de género. Tal circunstancia trasciende a la emergencia sanitaria, pero no deja de ser cierto – por citar un ejemplo – que un 20% de las ejecutivas latinoamericanas se han planteado dejar su empleo desde el inicio de esta crisis ante la imposibilidad de compatibilizarlo con las responsabilidades familiares. La corresponsabilidad ha mejorado, pero la discriminación hacia la mujer persiste en ámbitos como la desigualdad salarial, la falta de reconocimiento ante el trabajo realizado y los problemas para conciliar trabajo y vida personal.
Una partidocracia que no atina a interpretar el mundo en gestación
Es la dirigencia política la que tiene en sus manos la conducción del destino del mundo y del país. Tanto de oficialistas como opositores dependen las decisiones que se tomarán para reactivar la economía, parar la inflación, recuperar el poder adquisitivo y – sobre todo – mitigar los efectos de la pandemia y la crisis sanitaria. Sin embargo, una reciente encuesta local revela que más del 96% de la población no confía en la clase política.
Más de33 mil personas se tomaron unos segundos para contestar una simple pregunta del diario MDZ Online: ¿Cuánto confía en la clase política? Y la respuesta fue contundente, con un 87% de personas que se inclinaron por el «Nada» y un 9,22% que se decantó por la opción «poco». Solamente el 3,75% opinó que confía mucho en la clase política.
Tales resultados no ponen en tela de juicio exclusivamente a la posición financiera globalista que encarnan la dupla Stiglitz – Guzmán, junto con un Alberto Fernández alineado con la socialdemocracia europea, sino que se suman a lo que ya constituye un descrédito global de la clase política.
En el terreno de lo social, ahora asordinada por la decidida intervención del Ministro Daniel Arroyo, hace algunos días tomó estado público una polémica al interior de la coalición gobernante entre el sostenimiento del asistencialismo y la generación de trabajo genuino.
La crítica de algunas organizaciones sociales oficialistas y del arco de las que no lo son apunta contra el condicionamiento que supone el cobro de la Tarjeta Alimentar. ¿Por qué no aumentar la Asignación Universal por Hijo u otros programas sociales mucho más abarcadores y efectivos?, preguntan en voz alta. Para dichos espacios,el plástico en cuestión se ve comouna subestimación de la capacidad de las familias humildes para organizar sus ingresos y gastos.
En parte el fondo político de tales críticas estriba en una pérdida de poder de esas organizaciones, dado que existe una disputa territorial entre las mismas y los caciques del PJ tradicional. La Tarjeta Alimentar supone una asignación directa de fondos a las familias, sin intermediarios, y por ende un recorte del dinero que ellas manejan y distribuyensobre el territorio. Como lo demuestran los múltiples actos del Ministro de Desarrollo Social con intendentes y gobernadores, el crédito se lo lleva la política tradicional.
Pero a distancia sideral del tira y afloje de Palacio, en la absoluta intemperie de la calle, allí donde no llega el Estado y solo el pobre ayuda al pobre, continúan falleciendo trabajadorxs esenciales de comedores comunitarios, como la compañera Justina Calixto, del FOL.
En consecuencia, nunca estará de más que lxs ungidxs por el voto popular de vez en cuando recuerden una vieja y sabia sentencia popular: quien siembra hambre cosecha rebeliones.-
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