Primer mensaje de Jose Luis Ysern de Arce tras el terremoto, narrado en primera persona, conozco personalmente a las personas que nombra, y la verdad me ha dado mucha alegria, que no les haya pasado nada, Juan Luis (que es su hermano) y que nombra, es Vicepresidente de Caritas Chile,y ya veis que no puede viajar por que el trasporte esta cortado, muchas gracias por leerlo,
Mucha solidaridad para todos los chilenos
Gracias a Dios (de verdad, gracias a Dios) estamos bien y sanos. El susto fue espantoso; quizá algún día pueda describir esta impresión de impotencia y fragilidad humana ante las fuerzas desatadas de la naturaleza, especialmente ante la intensidad y violencia de un terremoto de estas magnitudes.
Sólo alcancé a encomendarme a Dios y ... nada más, porque no había nada más que hacer: el ruido espantoso, el movimiento de zarandeo cual coctelera humana, más ruidos, longitud interminable (dicen que tres minutos), y cuando el movimiento se calmó algo y pude levantarme (todos estábamos durmiendo), el encontrarme en esa oscuridad absoluta y con el palpeo de unas puertas bloqueadas (las estanterías de libros habían caído de tal manera que no me permitían abrir la puerta de mi habitación) me invadió una angustia terrible, a la vez que me decía: calma, hombre, calma. En la misma casa estaba Juan Luis, que venía de Quirihue de paso para Santiago; pero está todavía, pues hasta ahora no se ha podido ir. Se ha cortado la línea férrea y la carretera.
Después de casi 48 horas nos acaba de llegar la corriente eléctrica y por eso puedo recuperar la comunicación de Internet. Ahora nos estamos enterando de muchos aspectos desconocidos para nosotros, y que vosotros conocéis, por lo visto, desde el primer momento. Me informan recién de muertos y desaparecidos entre gente amiga, dato que me era totalmente ajeno.
Hasta hace un rato en mi casa no hemos tenido ni electricidad ni teléfono; nuestra incomunicación con el mundo ha sido casi absoluta; los teléfonos móviles no nos han funcionado. Seguimos todavía sin agua. La generosa y proverbial caridad de Hedy y su familia (en su casa han tenido menos estropicio, y conservaron teléfono por más tiempo que nosotros) nos abastece de todo lo que necesitamos.
A todos un fuerte abrazo, y gracias por vuestra preocupación. Que Dios os bendiga.
José Luis Ysern de Arce
Obispado de Chillán - Chile