Mitología griega / 28 de abril del 2010
Cibeles (Rea para los griegos), era hermana y esposa de Saturno, figurando entre los poetas con nombres diversos, llamándose Díndima, Berecinta e Idea, en recuerdo de tres montañas de la Frigia (Dindima, Berecinta e Idea) donde era principalmente adorada.
Grabado del baile de los Galos (Gallus) de Cibeles
También fue designada con el título de Gran Madre porque la mayoría de los dioses de primer orden le debían el ser, entre otros Júpiter, Neptuno, Plutón, Juno, Ceres y Vesta (aunque algunas veces se confunde a Vesta con Cibeles como si fuera una misma divinidad).
Finalmente, también es conocida con los nombres de Tellus (Tierra) y Ops (Socorro) porque ella regía la tierra y procuraba a los hombres protección, ayuda y riquezas.
Esta diosa se suele representar con el aspecto de una mujer robusta, que rebosa lozanía. Porta una corona de encina, rememorando que los hombres en tiempos antiguos, comían el fruto de este árbol; las torres que casualmente coronan su cabeza, señalan las ciudades que están bajo su amparo; la llave que exhibe en su mano, simboliza los tesoros que la tierra oculta en su regazo durante el invierno y se manifiestan en verano.
Es mostrada generalmente sentada encima de un carro tirado por leones, o bien rodeada de bestias salvajes. Ciertos artistas la representaron con los vestidos sembrados de flores.
Cuando Saturno fue expulsado del cielo, Rea le acompañó en su huida a Italia; allí pudo consumar sus propósitos de hacer el bien, y como él, se granjeó el cariño de los pueblos del Lacio. Algunos poetas designaron los tiempos de dicha de la Edad de Oro con el nombre de Siglo de Rea.
Cibeles entrega a Saturno una piedra envuelta en un paño para engañarle pensando que se trata de su hijo Júpiter
Sus sacerdotes, llamados curetas, coribantes, dactilos y galos, celebraban sus fiestas con danzas que ejecutaban a los sones del tambor y los címbalos, dando a sus cuerpos movimientos convulsivos, golpeando sus escudos con las espadas, y aumentando este ruido con gritos y lamentos, en memoria de la desventura de Atis, su patrón.
Atis era un pastor frigio al que Cibeles dispensaba especial benevolencia, confiándole la custodia de su culto con la condición de que jamás se casaría. Atis olvidó su juramento y tomó por esposa a Sangaride.
Cibeles le castigó por infiel ejecutando a esta ninfa, y se sintió tan insatisfecha por esta primera venganza, que insufló al culpable un arrebato frenético que le revolvía contra sí mismo y se destrozaba el cuerpo. Atis, en un acceso de rabia iba a poner fin a sus días, cuando la diosa, conmovida por el espectáculo de sus dolores, le transformó en pino, árbol al que desde entonces se encariñó y que a ella se consagró.
Los frigios instituyeron los juegos públicos denominados Megalesios en honor a Cibeles, y estos se introdujeron en Roma durante la Segunda Guerra Púnica. Los magistrados acudían a ellos vestidos de púrpura, las damas bailaban ante el altar de la diosa y los esclavos se veían privados de comparecer allí bajo pena de muerte.
Estatua de Rea en la Plaza de la Cibeles en Madrid