San Pedro llama a un ángel y le dice:
Esta mañana tengo que ir a hacer un par de trámites a una nube, así que te dejo cuidando las puertas del Cielo.
El ángel, aterrado, le dice que no tiene idea de a quién tiene que dejar pasar o no, pero San Pedro lo tranquiliza:
"Mira, por hoy vamos a simplificar. Aquí tienes una Biblia y un fajo de billetes de cien dólares. Dale a elegir a los que lleguen: si cogen la Biblia les dejas pasar, y si cogen un billete los mandas al Infierno. Y aquí tienes mi número de móvil por si hay algún problema".
San Pedro se va, y pasa la mañana en sus cosas, hasta que suena el teléfono. Es el ángel:
"Mire, San Pedro, hasta ahora todo iba bien, pero acaba de llegar un tío que cuando le di a elegir me dijo: '¿Puedo ver un poco?' Se puso a hojear la Biblia, y cada tanto decía '¡Hum, qué interesante!', y cogía un billete de cien y marcaba la página; y así hasta quedarse con la Biblia y todos los billetes. ¿Qué tengo que hacer?"
"Déjalo pasar, hijo, que ése es del Opus..."