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CONMOVEDORAS PALABRAS DE UN PADRE
Mi
nombre es José Carlos, bueno, en realidad aquí donde estoy no tengo
nombre. En la planta de oncología pediátrica del Virgen del Rocío, los
papas no tenemos nombres, nos llamamos por el nombre de nuestro hijo.
Por
eso aquí, soy el papa de Valeria Adorna de 3 añitos que hace tiempo
comenzó a sentirse muy mal y fue diagnosticada de una cosa con un nombre
muy feo, en su abdomen, que no soy capaz de pronunciar.
Por
desgracia para ella, y para toda la familia, hemos tenido que afrontar
una de las experiencias más terribles que una familia puede vivir.
Nadie
está a salvo de eso, de repente un día te levantas y nada vuelve a ser
lo mismo, tú única suerte es que están ellos y que están por todas
partes.
Recuerdo el primer día que llegue a esa planta, el equipo
médico de oncólogos pediátricos -y todo el personal sanitario- nos
cogió fuerte la mano y nunca más nos la soltó.
Ellos sí que saben
de esperanza, pero de esperanza de verdad, de esa que te permite
levantarte por las mañanas y te hace soñar con un mañana mejor.
Esa
esperanza a la que te agarras cuando ves como tu pequeña pierde peso,
se le cae el pelito, tiene vómitos,… en definitiva, no es la misma que
hace unos meses jugaba en el parque. Todo en ella ha cambiado, todo
menos la alegría y las ganas de vivir que el personal de esa planta le
inyecta cada día. Son ángeles, personas que tienen un don especial para
poder soportar las peculiaridades de cada caso y para tener el valor de
seguir sonriendo cada día.
Por desgracia somos un caso de los
más de cien que atienden en esta planta en un solo año... suerte que
están ellos y que están por todas partes.
Día a día los ves al
límite, por desgracia no pasa un día que no venga un amigo nuevo a la
planta a veces incluso varios, a todos los arropan entre sus alas.
Aún
recuerdo y nunca lo olvidaré el primer día que entre en aquel lugar.
Cuando le diagnostican algo así a la persona que más quieres en este
mundo, pierdes el control de tu vida. Te conviertes en un barco a la
deriva sin saber por dónde tirar, hasta que Palma, Eduardo, Nacho, Cati,
Gema, Elena, Ana, José Antonio, Israel, Rosa, etc, etc, etc, entra en
nuestras vidas. Entonces se convierten en nuestros guías, en nuestro
faro, nuestra luz y nos van dando las pautas para que no te pierdas.
Para que puedas estar a la altura de la situación ya que su apoyo es muy
importante para la pequeña. Nosotros tuvimos suerte, porque cada vez
que nos invadía una duda, problema o complicación, ellos estaban ahí, al
pie del cañón.
Pero hoy nos hemos levantado con una noticia que
ha sobrecogido nuestros corazones, el personal sanitario que atiende
el hospital infantil se ve drásticamente reducido.
La oncóloga
de Valeria, y otros muchos compañeros que ha reconducido muchas vidas,
los sientan una semana en su casa porque al parecer no hay dinero
suficiente para pagarles, dicen que los médicos que se quedan pueden
asumir toda la carga de trabajo, guardias, sábados, etc.
Pobres
padres que, cuando se vean perdidos en esta enfermedad tan compleja,
vayan a la unidad de oncología, a ecografías, cirugía y le den cita
para unos meses por el exceso de trabajo, porque haya menos oncólogos,
cirujanos, enfermeros… y se hagan menos pruebas a estos niños cuyos
padres esperan con angustia esos resultados.
Pobres médicos y
enfermeras que, sabiendo las necesidades de esos niños enfermos, no
puedan cubrirlas con los medios que tienen a su disposición.
Y
sobre todo, y lo peor, pobres niños que les toque pasar por esto en un
momento de “recortes” y “crisis” de la que son lo menos culpables de
todos.
Quiero que recapacitéis sobre lo que, dentro de un
hospital, se puede o no recortar. Supongo que tendréis unos objetivos
de recorte pero quiero que sepan que hay objetivos que no se pueden
cumplir por mucho que vengan impuestos, sería importante que las
personas que os lo piden lo supieran. Que lo trasmitáis, con nuestra
voz y de nuestra mano. Ruego que haga seguir mi carta a donde haga
falta para que puedan entender los que mandan, y sin que tengan que
pasar por ello, lo duro que ya de por si es tener un hijo enfermo, para
que los recortes lo hagan aún más duro y lo que es peor, pueda traer
consecuencias graves por la falta de pruebas o el saturamiento de
quirófanos y del personal.
Ruego que la persona que lea esto se
ponga por un momento en la piel de nosotros –los padres- y que, si
tienen hijos, los pongan en la piel de esos niños y que me digan, con
la mano en el corazón, si estos recortes son de verdad indispensables y
no podéis con vuestros estudios y recursos buscar alternativas a esta
situación.
Por favor que los recortes no sea a costa de la
calidad de vida y la salud de nuestros hijos, algunos de ellos en la
última etapa de su vida.
Que recorten en politicos, que sobran a montones y no digamos de asesores, esos sobran todos.
Gracias por su atención y por dedicarme su tiempo en esta época de sobrecarga de trabajo.
Por favor hazlo circular
y habrás hecho mucho por crear conciencia.