Un paseante entró en una tienda de antigüedades.
Después de mirar los artículos observó la figura de una rata, en bronce, muy realista. No tenía la etiqueta con el precio pero decidió que le gustaba y que la compraría.
Llamó al dueño de la tienda y le preguntó:
“Cuánto pide por esta rata de bronce?”
Y el propietario le dijo: “12 euros por la estatua y 500 euros por su historia”
El cliente le pagó 12 euros y le dijo al dueño:
“Me llevo sólo la rata pero no me interesa la historia.”
Salió de la tienda y caminando calle abajo observó que le empezaban a seguir una cierta cantidad de ratas reales, vivas, que salían de los escondrijos y las alcantarillas.
El hombre se sintió desconcertado y empezó a caminar más rápido.
Pero unas calles más adelante la cantidad de ratas vivas que le seguían se convirtió en una marea de animales chillando y con aspecto amenazador
Salió corriendo en dirección al mar y mirando hacia atrás vio que las ratas podían contarse ahora por MILLONES y que corrían más y más rápido.
El hombre presa del pánico se acercó al muelle y tiró al mar la figura de la rata
Asombrosamente los millones de ratas saltaron al agua y se ahogaron todas.
El hombre volvió a la tienda de antigüedades y el dueño, al verlo le dice:
“Vaya, vaya, creo que ha vuelto para saber la historia, ¿no?”
“NO” le dijo el hombre, “lo que quiero saber es si tiene usted también figuras de sindicalistas, políticos, banqueros...”