Un catalán está escuchando la radio y decide acudir
a una llamada de
auxilio para un hombre que ha tenido un accidente
y que necesita
un donante de sangre.
El hombre que necesitaba la transfusión era un
andaluz, que,
agradecido por salvarle la vida, le regala un cortijo
al catalán.
El catalán, muy contento, pone todos los días la
radio esperando
que se vuelva a necesitar otra transfusión de sangre
y que sea el
mismo andaluz, como así ocurre.
El andaluz, de nuevo agradecido, le regala un
coche SEAT 600.
El catalán vuelve a pedir que el andaluz tenga
un accidente y así
vuelve a ocurrir, pero esta vez el regalo que le
da el andaluz por
salvarle de nuevo la vida es un mechero Bic.
El catalán entonces le dice:
- Primero me regalas un cortijo, después un SEAT 600, y
ahora un mechero.
¿A qué se debe esto?
- ¡¡¡Es que ya tengo sangre catalana!!!
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Un catalán que esta arrancando el papel pintado de su casa
es visitado por un amigo:
¿Qué, redecorando la casa?
- No, de mudanza.
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Un pobre empleado se acerca a la oficina de su
jefe catalán y le dice:
Disculpe, señor gerente, pero hace seis meses
que no cobro...
- Está disculpado, García.
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Un catalán en su lecho de muerte susurra:
- Montse, Montserrat... ¿Dónde estás, esposa querida?
- Aquí estoy, esposo mío..., a tu lado.
Y mi hijo Josep..., ¿dónde está?
Aquí estoy, padre..., a su lado.
Y mi hija Mercè..., ¿dónde está?
Aquí estoy, padre..., a su lado.
Y mi hijo Jaume..., ¿dónde está?
Aquí estoy, padre..., a su lado.
- Y entonces... ¿Qué coño hace la luz de la
cocina encendida?
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Un catalán está muriéndose de viejo en la cama.
Ya agonizando llama a su hijo y, sacando un
reloj de oro y
brillantes de debajo de la almohada, le dice:
- Este reloj lo compró tu tatarabuelo.
De él, pasó al bisabuelo. De él, al abuelo.
De él, a mi padre y de mi padre a mí.
¿Te gusta el reloj?
- Bueno, padre. No es el momento, pero sí, me gusta.
- ¡Te lo vendo!
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Estaba una familia de catalanes reunida ante el féretro
del padre recién fallecido.
El hijo menor dice:
- Ahora tendremos que hacer realidad la última
voluntad de papá:
ser enterrado con un millón de pesetas en el ataúd.
El hijo mediano añade:
- Sí, bueno...,
pero en realidad sólo pondremos 750.000 pesetas,
porque hay que descontar el 25% de IRPF.
El hijo mayor apostilla:
- También tendremos que deducir el 16% de IVA...
La viuda tercia en la conversación de forma resolutiva.
- ¡Basta ya! Vuestro padre no merece estos regateos.
Se le enterrará con la tarjeta de crédito...
y que él gaste cuanto quiera.