Trece años han pasado desde que el Patriarca tomó por su cuenta las riendas del Santuario, cuando Aioros principalmente, ayudó en el rescate de la pequeña reencarnación Sabia, para protegerla de las artimañas que Géminis y el Pontífice estaban tramando, dejando de lado los motivos que llevaron al comandante del ejercito Atheniense a hacerlo, y manteniéndose con las bases principales del Santuario, pues ciertamente es la Diosa, quien debería mantener su lugar legítimo.
Es así, como la Diosa adolescente, acompañada de Shun de Andrómeda, partieron desde la mansión Kido, con la finalidad de llevar a cabo la lucha por la restauración del poder del Santuario, y evitar que las malas intenciones puedan expandirse más de lo que hasta ahora se ha hecho.
-Espero que todo vaya bien – se escucha desde el interior del compartimiento aéreo, donde un joven de cabellera verdacea, observaba por la pequeña ventanilla del avión, observando a través del cristal las diversas figuras que las vaporosas nubes van formando conforme avanza en el trayecto.
-Confío en que así será – la voz serena y cálida de la joven que reposaba a su lado se escucha, mientras que sus ojos verdes se cierran por momentos, meditando sobre la situación en la que se encuentran ahora que Seiya y los demás se han dispersado en diferentes misiones para que a la vez, esta propia salga exitosa – Ya falta poco para llegar... - vuelve a mencionar tras unos minutos de silencio, mientras que su rostro se gira hacia el lado derecho, observando el cuerpo del muchacho, que a su corta edad es ya un defensor de la justicia...
-Si... puedo ver el Santuario ahora mismo – menciona el mismo, mientras que el avión comienza a descender paulatinamente, creando un efecto sobre el avión al momento que el tren de aterrizaje se prepara para poder chocar contra el pequeño espacio disponible, más justamente apropiado para hacerlo.
-Babel, Shaina y Marín ya deben de estar esperándonos – argumenta Saori nuevamente, al tanto que su corazón se emociona levemente, y el ritmo de sus latidos se acrecienta considerablemente al sentir como al fin han tocado tierra, teniendo en cuenta el gran reto que comienza en este momento, el hecho de enfrentar a todo el Santuario y al mismísimo Patriarca, según los informes de Dohko, quien aún recide en las montañas del Rozán.
Y cuando el Avión dejó de moverse, ambos se prepararon para salir del mismo, al tiempo que la escalerilla se acomodaba sobre la loseta desgastada, y la luz radiante del sol se adentraba sobre el hueco que la misma deja, al tanto que la joven de largos cabellos violáceos se acomoda sobre la puerta, para comenzar a descender por los escalones, acomodándose su amplio y esponjoso vestido albino con detalles rosados, que se adapta perfectamente a su silueta delgada, a la par que sus ojos brillantes demuestran confianza y fe en el porvenir que les espera, mientras que sus zapatillas tocan la loza, creando un ruidillo a manera de chasquido, uno tras otro para abrir paso al joven de complexión delgada que venía tras ella, quien a sus espaldas carga una caja bronceada que resguarda la armadura de Andrómeda, aquella que ganó en la Isla que lleva el mismo nombre, hace ya un tiempo, después de un arduo entrenamiento como Caballero de Athena.
-Ahora solo resta esperar... - exclama algo entusiasmado el joven, mientras los hilillos de luz iluminan su joven rostro, que muestra una sonrisa pacífica en todo su esplendor – Espero que lleguen pronto – vuelve a comentar, mientras que sus ojos observan detenidamente el árido lugar.
-Oh... creo que no esperaremos demasiado – exclama Saori mientras sus manos cubiertas por unas telas finas blancas que se adaptan a sus dedos, se unen enfrente de su humanidad, entrelazándolas en un acto propio.
A considerable distancia, se puede observar una silueta que desde uno de las elevaciones de corteza, delgada y femenina que con un ágil movimiento se abalanza sobre la orilla del mismo, flexionando ambas rodillas para obtener un impulso que la eleve sobre la misma considerablemente de manera que su cuerpo se dobla creando una voltereta, al tanto que el escaso viento caluroso agita con cada acción sus cabellos verdes, al tanto que la gravedad hace efecto atrayendo nuevamente a la joven hacia el piso, quien cae flexionada sobre la loseta, mientras que sus manos se apoyan sobre el piso para obtener un balance perfecto y posteriormente comenzar a erguirse con elegancia y altivez, dejando observar las tradicionales y coloridas ropas que abrigan su cuerpo, mientras que su rostro se oculta tras una fina mascareta plateada que lleva a su vez pequeños detalles violáceos al igual que la protección que se distribuye sobre las partes elementales de su cuerpo.
-Así que ya han llegado … - exclama con su típico timbre femenino, mientras avanza hacia Saori y Shun con lentitud, haciéndose así el centro de atención por el momento – Athena... - exclama nuevamente, mientras se dispone a inclinarse en señal de reverencia y respeto ante la deidad, aunque esto esté peculiarmente fuera de sus costumbres.
-Athena... - exclama una voz nueva, mientras que su fisonomía comienza a avanzar, al tanto que la luz solar hace resplandecer sus cabellos rojizos que se alborotan sobre su cabeza, al igual que su armadura lila que se adapta a su cuerpo atlético, propio del resultado de el entrenamiento en el Santuario... se detiene completamente, mientras que su rostro se inclina por respeto a la recién llegada – Ha llegado el tiempo en el que deba tomar las riendas del Santuario nuevamente... - exclama con dureza en su tono de voz masculina, que se expande por el seco lugar.
-Les agradezco, Shaina, Babel, por acompañarme fielmente en esta misión, aún sabiendo el gran riesgo que conlleva... - menciona con nostalgia, mientras que sus ojos muestran una luz radiante que irradia un profundo sentimiento por los lazos creados entre ellos – Espero que podamos hacerles entrar en razón, confío plenamente en que así será … - una ligera sonrisa se delinea sobre los labios rosados, manteniendo la misma postura.
-Hmp!, ¿Cómo es posible que llegues tarde en una situación como esta?... Marín – exclama la Cobra, quien es considerada a su vez, una de las más poderosas caballeros de Plata en el Santuario, quien se gira sobre su hombro, recuperando su postura completamente erguida.
Al tanto que una nueva figura femenina avanza con tranquilidad hacia la peculiar escena, mientras que por su parte, el Caballero de rojizos cabellos se yergue nuevamente, girando su cuerpo para poder observar a la recién llegada, cuya vestimenta tradicional basada en colores rojos y negros, mientras que su armadura en tonalidades azules protege varias partes de su cuerpo, siendo a su vez, su rostro cubierto por una máscara plateada que simboliza su igualdad con los demás caballeros Athenienses, mientras que sus cabellos rojos se alborotan con su avance...
-Disculpen la demora... - su voz femenina y pacífica se escucha, mientras su aura manifiesta cierta tranquilidad y confianza, al tanto que sus pies se detienen justo frente a la Deidad, a quien se inclina para proveerle su merecida reverencia – Athena, me alegra saber que se encuentra bien – exclama con cierta profundidad en su voz, mientras se coloca nuevamente de pié, para poder acoplarse a la conversación con sus compañeros.
-Bienvenida, Marín... - exclama Saori, mientras que su rostro albino la recibe con una expresión de alegría.
-Al fin estamos juntos – exclama Shun, observando la escena con emoción, cuando de pronto sus pensamientos le distraen, dejando que su boca elimine aquella sonrisa, por un semblante digno de preocupación, al tanto que sus manos se levantan a la altura de su pecho .. “Hermano... ¿Donde estarás?” exclama para sí, mientras siente su corazón latir con fuerza, con los mejores deseos, para que el Fénix, se les una en batalla de ser posible.
-Bueno... - exclama Babel, sacando a los demás de sus propios pensamientos... - ¡No debemos perder más tiempo!... Vayamos a ello, que el Santuario nos espera. - culmina su frase, mientras que su brazo derecho se eleva a la altura de su pecho, retrayéndolo en un solo movimiento y señal de que es tiempo de partir...
-Jhmjhmjhm... - se escucha entonces en el entorno al momento que todos comenzaron a caminar, siendo aquel timbre de voz con un toque femenino y egocéntrica el que se deje escuchar tras uno de los primeros pilares que sostienen la entrada al propio Santuario, aquel lugar donde la más alta estirpe Atheniense habita para defender a la Diosa de la justicia. - Ustedes son unos ingenuos – exclama nuevamente, saliendo de su escondite...
Mostrando así su altiva figura que se mantiene erguida sobre el árido piso, al tanto que los rayos del astro rey iluminan de manera asombrosa su reluciente armadura dorada que brilla como si tuviese luz propia, sus largos y alborotados cabellos celestes se ondean ligeramente con una ráfaga de viento que a su vez mueve la nívea capa que cuelga desde la parte posterior de sus hombros, aquel hombre avanza un sólo paso, para detenerse después, mostrando su imponente presencia ante los misioneros de la justicia...
-¡¿Pero qué?! - exclama Shaina, quien se ubica en posición defensiva al entender de quien se trataba aquel ser que se manifestó sobre ellos...
-Patético... - exclama nuevamente aquella voz, mientras pequeñas partículas doradas emanan desde lo más profundo de su alma, creando una delineada capa de cosmo-energía que lo recubre con fulgor y se incrementa considerablemente mientras los segundos van pasando... - Ella debe ser la Impostora de la que todo el mundo habla... el Patriarca no ha hecho bien en dejar que llegaran hasta este sacro lugar... - menciona nuevamente, complementando su argumento mientras que su diestra se eleva a la altura de su rostro, y con un perfecto movimiento deja mostrar entre sus dedos la figura de una hermosa flor cuyos pétalos blancos resplandecen gracias a la energía que fluye por todo el rededor de la silueta del Caballero Dorado... - ¡Yo, Afrodita de Piscis voy a poner fin a todo esto!
Es así, como e un movimiento constado en una fracción de segundo, el caballero lleva sus extremidades superiores hacia tras, mientras que su cuerpo toma cierto impulso con gracia hacia adelante, cada gesto bien articulado con elegancia propia de la personalidad del mismo, haciendo que cada detalle haga denotar la belleza de su rostro, considerándose así el más bello de los 88 caballeros de Athena. Es entonces cuando sus labios rosados esbozan una sonrisa que se expande por la parte inferior de su rostro, a la vez que sus dedos ubican aquella flor que comienza a tomar vida propia, siendo la misma cosmo-energía del caballero quien la lleve en un movimiento brusco a salir disparada hacia sus antagónicos, al tiempo que todos reaccionan para poder evitar aquel repentino ataque, lanzándose a su vez hacia el suelo, con la esperanza de que la misma a tan impresionante velocidad, como es digna de todo caballero Dorado, no les alcance
-¡Rosa Blanca! - exclama con soberbia y desdén el Caballero, mientras que la misma se abre camino directo hacia su objetivo.
-¡¡Cuidado!! - exclama ferviente Shun, quien a su vez ha saltado, logrando esquivar la poderosa flor.
-¡¡Ahhh!! - se escucha entonces, mientras que los caballeros al servicio de la diosa se giran con brusquedad, para observar la trágica escena donde la misma, yace agonizante, cayendo de rodillas sobre la tierra reluciendo a su vez en el centro de su pecho, aquella Rosa Blanca que se mantiene incrustada sobre el mismo, dejando que un hilillo carmesí se propague sobre el vestido blanco, manchándolo con la propia sangre de Saori.
-¡Athena! - se escucha exclamar al unisono, mientras que todos se avalanzan a su rescate, comprendiendo su completo descuido, al protegerse ellos mismos, dejandola desprotegida a su vez a ella.
-Jhm jhm jhm...- se escucha la melodramática risa de aquel Caballero que les ha atacado, quien a distancia observa victorioso la escena, al tanto que su diestra se mueve hacia atrás para hacer que su capa se nivele al igual que el resto de su cuerpo... - Esto ha sido Tan sencillo, como que mi Rosa Blanca ha de matarla en cuanto absorba la suficiente sangre se su corazón... mismo que se detendrá, pues la habrá drenado por completo... Jajajajaja – profiere nuevamente en burla deleitándose con el resultado de su obra maestra
-Athena... - exclama Shun, quien se aproxima delicadamente a ella para ayudarla a recostarse sobre el piso...
Es entonces cuando desde lo más recóndito del cuerpo de la joven, comienzan a fluir libremente miles de partículas albi-doradas que van multiplicándose a su alrededor, al tanto que la la joven crea un semblante de profundo dolor al ser acomodada con la ayuda del caballero de Andrómeda, y a su vez, siente una profunda decepción de no poder llegar a más, puesto que aunque su cosmos divino pareciera poder disminuir el potente efecto de la técnica de Afrodita, sería incapaz de moverse para seguir al lado de sus caballeros.
-No... no se preocupen por mí... - exclama en voz baja, tolerando el dolor intenso que siente en su pecho.
-¿Pero qué? - exclama asombrado Afrodita, quien se mantiene inmóvil, tras observar los acontecimientos... - ¡No puede ser! - exclama nuevamente, al tanto que su cuerpo comienza a desaparecer, dejando únicamente un rastro de energía sobre el lugar...
-¡Tenemos que hacer algo! - exclama Shun, al tanto que dirige su mirar hacia el lugar donde se encontraba afrodita, siendo este el inicio del camino hacia las Doce Casas del Santuario.
-Quizá si traemos al patriarca... - exclama Marín, mientras se yergue completamente, girando su humanidad con cierta nostalgia, observando cuesta arriba las varias colinas que conforman el Santuario.
-Tenemos que hacerlo... - menciona Babel, quien también se pone de pie, y dando un par de pasos hacia el frente, parece tener la suficiente determinación para avanzar sin perder el tiempo.
-Sé... que grandes dificultades les esperan... pero, quiero que tengan presente... que yo... - entrecorta las palabras la Deidad, mientras su respiración se vuelve profunda – siempre estaré con ustedes... - vuelve a su argumento, al tanto que acomoda ambas manos al lado correspondiente de su cuerpo.
-¡Lo haremos! Vendremos antes de que... ¡Vamos a lograrlo! - se anima a decir Shun, mientras los demás le observan con seriedad.
Es así, como ellos se encaminan a la entrada de las Doce Casas, comenzando la ardua travesía de la Misión, que ahora se ha dificultado al extremo de tener un límite de tiempo para salvar a la Diosa, que con su cosmo-energía logra retrasar su acto final a causa de la Rosa de Afrodita.
Staff Coalición Dorada