La siguiente fábula del escritor chino Xue Tao es bien apropiada para las personas impacientes:
Un mandarín, a punto de asumir su primer puesto oficial, recibió la visita de un gran amigo que iba a despedirse.
-Sobre todo, sé paciente, -le recomendó su amigo- y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones.
El mandarín dijo que no lo olvidaría y dio gracias por el consejo.
Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación, y cada vez, el futuro magistrado le prometió seguir su consejo.
Pero cuando por cuarta vez le hizo la misma advertencia, estalló y dijo:
-¿Crees que soy un imbécil? ¡Basta! ¡Ya van cuatro veces que me has repetido lo mismo!
-Ya ves que no es fácil ser paciente, -le contestó su amigo con calma-. Lo único que he hecho es repetir mi consejo dos veces más de lo conveniente y ya has montado en cólera.
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