Inmaculada Concepción de María
"Declaramos, afirmamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María, en el primer instante de su Concepción, por gracia y privilegio singular de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original, ha sido revelada por Dios y, por tanto, debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles.".
(SS. Pío IX, 8 de dic. 1854, Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción)
.
Con el más profundo y tierno amor felicitemos a nuestra cariñosa Madre, María, y digámosle con la más fervorosa devoción:
.
Dios te salve Inmaculada María, Hija de Dios Padre. Dios te salve Inmaculada María, Madre de Dios Hijo. Dios te salve Inmaculada María, Esposa de Dios Espíritu Santo. Dios te salve Inmaculada María, Madre y Abogada de los pobres pecadores.
Bendita eres entre todas las mujeres. Tú eres la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel y el honor de nuestro pueblo. Tú eres el amparo de los desvalidos, el consuelo de los afligidos, y el norte de los navegantes. Tú eres la salud de los enfermos, el aliento de los moribundos y la puerta del Cielo.
Tú eres, después de Jesús, fruto bendito de tu vientre, toda esperanza, ¡oh clemente, oh pía, oh dulce Virgen e Inmaculada María!
.
(San Antonio María Claret)
María, sin pecado concebida
“Toda hermosa eres, María, y no hay en Ti mancha original.”
La Iglesia Católica enseña que María es Inmaculada. Con este título se expresa aquel privilegio singular por el cual la Madre de Dios, al ser concebida, no contrajo la mancha del pecado original.
Creemos como verdad de fe, que el alma de María desde el primer instante de su existencia, estuvo adornada con la gracia santificante. Creemos que no hubo momento alguno en el cual María se hallase en enemistad con Dios; creemos que en ninguna circunstancia de su vida, ni siquiera en el instante de su concepción, estuvo sometida a la esclavitud del demonio, proveniente del pecado.
En esta inmunidad de la mancha del pecado original y posesión de la gracia santificante, desde el primer instante de su existencia, consiste pues la Inmaculada Concepción de María.
Este privilegio muy glorioso, verdadero milagro espiritual, fue que la omnipotencia de Dios la preservó en su concepción del pecado original, lo cual fue concedido en vista de los merecimientos de Nuestro Señor Jesucristo, que en tanto para todos obran restaurando y reparando en ellos lo que el pecado destruye, para María obraron en manera mucho más elevada y profunda, a saber, preservándola de la caída del pecado.
De la misma manera que al pasar el Arca de la Alianza, la mano omnipotente de Dios detuvo ante los israelitas las aguas del Jordán, que no se atrevieron a tocarla (Josué 3,15-16), cuando llegó María a la existencia, el poder misericordioso de Dios detuvo junto a Ella las aguas que traían la infección universal del pecado, no permitiendo que tocaran ni mancharan a aquella criatura escogida entre todas para ser la Madre del Verbo Encarnado.
Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo
“Pronunciamos, Declaramos y Definimos ser Dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrestre fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Por inescrutable designio divino, sobre los hombres de la presente generación, tan trabajada y dolorida, angustiada y desilusionada, pero también saludablemente inquieta en la búsqueda de un gran bien perdido, se abre un limbo luminoso de cielo, brillante de candor, de esperanza, de vida feliz, donde se sienta como Reina y Madre, junto al sol de la justicia, María.
(...) Por eso elevamos a tan excelsa criatura nuestros ojos confiadamente desde esta tierra, en este tiempo nuestro, en ésta nuestra generación, y gritamos a todos: ¡Arriba los corazones! A tantas almas inquietas y angustiadas, triste herencia de una época agitada y turbulenta, almas oprimidas, pero no resignadas, que no creen ya en la bondad de la vida y sólo aceptan como forzadas lo que cada día les trae, la humilde e ignorada niña de Nazareth, ahora gloriosa en los cielos, les abrirá visiones más altas y les animará a contemplar a qué destino y a qué obra fue sublimada Aquélla que, elegida por Dios para ser Madre del Verbo encarnado, acogió dócil la palabra del Señor.
Y vosotros, más particularmente cercanos a nuestro corazón, ansia atormentada de nuestros días y de nuestras noches, solicitud angustiosa de cada una de nuestras horas; vosotros, pobres, enfermos, prófugos, prisioneros, perseguidos, brazos sin trabajo y miembros sin techo, que sufrís, de cualquier familia y de cualquier país que seáis; vosotros, a quienes la vida terrena parece dar sólo lágrimas y privaciones, por muchos esfuerzos que se hagan y se deban hacer para venir en ayuda vuestra, elevad vuestra mirada hacia Aquélla que, antes que vosotros, recorrió los caminos de la pobreza, del desprecio, del destierro, del dolor, cuya alma misma fue atravesada por una espada al pie de la cruz, y que ahora fija sin titubeos sus ojos en la luz eterna.
A este mundo sin paz, martirizado por las desconfianzas mutuas, las divisiones, los contrastes, los odios, porque en él se ha debilitado la fe y se ha casi extinguido el sentido del amor y de la fraternidad en Cristo, a la vez que suplicamos con todo ardor que la Virgen asunta le marque el retorno al calor de afecto, y de vida en los corazones humanos, no descansamos de recordarle que nada debe jamás prevalecer sobre el hecho y sobre la conciencia de que todos somos hijos de una misma Madre, María, que vive en los Cielos, vínculo de unión del cuerpo místico de Cristo, como nueva Eva y nueva Madre de los vivientes, que quiere conducir a todos los hombres a la verdad y a la gracia de su Hijo divino.”
(Papa Pío XII, al definir el dogma de la Asunción, en noviembre del año 1950
Los Dogmas de María
Un dogma es una verdad revelada por Dios y enseñada por el Magisterio infalible de la Iglesia. Son verdades recibidas de Dios - no doctrinas humanas - que se exponen en palabras adecuadas y precisas –se definen- en el momento oportuno de la historia, según los designios de Dios que guía y gobierna a la Iglesia. Los Dogmas de María son cuatro:
MADRE DE DIOS El dogma de la Divina Maternidad comprende dos verdades: 1- María es verdadera madre, es decir, ha contribuido a la formación de la naturaleza humana de Cristo con todo lo que aportan las otras madres a la formación del fruto de sus entrañas. 2- María es verdadera Madre de Dios, es decir, concibió y dio a luz a la segunda persona de la Santísima Trinidad, aunque no en cuanto a su naturaleza divina, sino en cuanto a la naturaleza humana que había asumido.
SIEMPRE VIRGEN “Dios, habiendo amado al mundo hasta decretar darle a su Hijo infinito para su redención, escogió de antemano de entre todas las criaturas, a María, virgen purísima y santísima, para realizar tan grande e inefable misterio. De ahí que con la intervención del Espíritu Santo, que la cubrió con su sombra, la hizo Madre de su Unigénito, y juntamente con la riquísima fecundidad, conservó perpetuamente pura la flor de su virginidad, cuya virtud y hermosura admiran el sol, la luna, la naturaleza mira con pasmo y el infierno mismo se estremece ante ella.”
INMACULADA La Iglesia Católica enseña que María es Inmaculada. Con este título se expresa aquel privilegio singular por el cual la Madre de Dios, al ser concebida, no contrajo la mancha del pecado original. Creemos como verdad de fe, que el alma de María desde el primer instante de su existencia, estuvo adornada con la gracia santificante. Creemos que no hubo momento alguno en el cual María se hallase en enemistad con Dios; creemos que en ninguna circunstancia de su vida, ni siquiera en el instante de su concepción, estuvo sometida al pecado.
ASUNTA Al término de su vida terrena, María Santísima, por singular privilegio, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria –gloria singularísima- del Cielo. Mientras a todos los otros santos los glorifica Dios al término de su vida terrena en cuanto al alma, y deben, por consiguiente, esperar al fin del mundo para ser glorificados también en cuanto al cuerpo, María Santísima –y solamente Ella- fue glorificada cuanto al cuerpo y cuanto al alma.
Quinto dogma que se suplica:
Corredentora, Medianera y Abogada “María es nuestra Corredentora con Jesús. Ella le dio su cuerpo y sufrió con Él al pie de la cruz. María es la Mediadora de Todas las Gracias. Ella nos dio a Jesús y como nuestra Madre nos obtiene todas las gracias. María es nuestra Abogada que reza a Jesús por nosotros. Sólo a través del Corazón de María podemos llegar al Corazón Eucarístico de Jesús. La definición papal de María como Corredentora, Mediadora y Abogada, traerá grandes gracias a la Iglesia. Todo por Jesús a través de María.”
(Madre Teresa, MC)
(Fuente: “Los Dogmas de María”, de Giorgio Sernani) |