No existe pecado ni enfermedad que Tú no puedas curar... No hay herida alguna que no pueda ser sanada por Ti...
Oración por la sanación
P. Slavko Barbarić, ofm.
Ora con el corazón
Jesús, Tú viniste por los enfermos y los pecadores. Por eso, me vuelvo hacia Ti y quiero pedirte que sanes mi alma y mi cuerpo. Tú sabes, Jesús, que el pecado destroza y desgarra la integridad del ser humano; que destruye las relaciones entre los hombres y nuestra amistad con contigo. Pero no existe pecado ni enfermedad que Tú no puedas curar con Tu Palabra omnipotente. No hay herida alguna que no pueda ser sanada por Ti.
María, Tú me has invitado a orar por mi sanación. Quiero hacerlo ahora y por eso te pido que acompañes mi oración con tu fe. Ora conmigo en estos momentos, para que pueda ser digno de obtener la gracia de la curación, no sólo para mí, sino también para aquellos por quienes deseo interceder.
1. ¡Ven, Señor Jesús!
Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago». Y se hicieron a la mar. Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro. Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» Él, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza. Entonces les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?» Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: «Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?»
(Lucas 8, 22-25)
Jesús, Tú viniste también a calmar las tempestades del mundo y te haces presente en la barca de toda vida. ¡Lo haces porque tu nombre es Emmanuel... Dios con nosotros, Dios por nosotros! Por tanto, ahora te pido Señor, que entres en mi vida. También mi barca ha comenzado a hundirse, anegando mi conciencia y mi subconsciente. ¡Entra, Jesús, a las profundidades de mi alma! He perdido mi rumbo Señor. ¡Levántate y ordena a mi inquietud que se calme! ¡Ordena a las olas de muerte que me rodean que dejen de amenazarme! Apacigua mi corazón para que pueda escuchar Tu Palabra divina y creadora.
(Permanece en silencio y escucha la voz del Señor en tu corazón)
¡Ven, Jesús, y sube también a la barca de mi familia, de mi comunidad, de mi país y del mundo entero! ¡Permite, Señor, que nuestros gritos te despierten! Extiende tu mano para que llegue la calma. ¡Ven Señor Jesús, ven! Penetra hasta el fondo de mi ser y entra en aquel rincón donde he sido más lastimado.
Ven, Jesús, y sube igualmente en las barcas de aquellas vidas que se encuentran ancladas a los hábitos más perniciosos: al alcohol, a las drogas, a los placeres carnales, y que les impiden continuar navegando de frente. Jesús, calma las tempestades. ¡Haz que todos escuchemos tu voz y que venga a nosotros Tu Paz!
2. Decisión
Jesús, Tú estás en la barca de mi vida. Tú eres mi Dios, por eso te adoro y te glorifico, porque solamente Tú eres santo, solamente Tú eres el Señor. Creo en Ti y confío en Ti. Por tanto, me pongo totalmente en tus manos. Me decido hoy por Ti y por Tu Misericordia divina. Contigo y con Tu Madre, digo en este momento: “Hágase en mí Tu Voluntad, Señor... en la salud y en la enfermedad; en el éxito y en el fracaso; en las alegrías y en las tristezas; en la vida y en la muerte; en el presente y en la eternidad”.
Jesús, frecuentemente he dudado en hacer el bien. En su lugar, he preferido a menudo hacer mi voluntad y las consecuencias de ello me han hecho mal. ¡Sáname de mi incredulidad y de las resistencias que he opuesto, las veces que me he negado a aceptar la voluntad del Padre!
María, con Tú oración, alcanza para mí la gracia de que mi determinación de seguir a Jesús sea irrevocable. ¡Ayúdame a nunca apartarme de ella y a permanecer siempre fiel a esta decisión!
(Permanece en silencio y abre tu corazón a la acción del Señor)
3. Renuncia
Jesús, yo renuncio a todo pecado. Renuncio a Satanás y a todas sus seducciones, a sus mentiras y engaños. Renuncio a cualquier ídolo e idolatría. Renuncio a mi falta de perdón y a mi rencor; a mi vida egoísta y altiva. Me deshago de toda enfermedad espiritual y de toda atadura, para que Tú, Jesús, puedas entrar en mi alma.
¡Madre... Madre mía, ayúdame a aplastar la cabeza de Satanás en mi vida!
4. Oración para ser capaces de amar
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre Celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.»
(Mateo 5, 43-45)
Jesús, Tú nos has llamado a amar... Hoy reconozco ante Ti la fragilidad de mi amor. Sana en mí todas esas heridas que han sido provocadas a causa del desamor y de mis pecados, ¡heridas que me impiden amarte a Ti, mi Señor, sobre todas las cosas! ¡Purifica mi corazón de la herencia dolorosa que arrastra por los pecados de mis ancestros y por las iniquidades del mundo! ¡Libéralo de todas las cargas que han acumulado a través de mi infancia y adolescencia!
Haz que el fuego de Tu Amor y la gracia de Tu Sanación iluminen mi oscuridad y derritan el hielo del mal que aún habita en mí. Renueva completamente mi capacidad de amar. Que a partir de ahora, pueda yo amar a los hombres con todo mi corazón, incluso a aquellos que me han lastimado. Muy a menudo he sido incapaz de perdonar las injusticias de los demás. Perdona, Señor, las veces que me he agobiado a mi mismo y a otros también, con la envidia y los celos.
¡Sana igualmente mi fe en Ti, Señor! Haz que la gracia de la confianza desaparezca en mi toda desconfianza y temor. ¡Cúrame de la ausencia de Dios en mis pensamientos, palabras y obras!
Al mismo tiempo Jesús, te pido que sanes los lazos afectivos en mi familia. ¡Sana el amor entre los esposos, entre padre e hijos, entre los que están enfermos y los que poseen salud! ¡Jesús, sana el amor entre todos los hombres del mundo!
(Ora en silencio por aquella persona que no amas y que no puedes perdonar)
5. Oración por la sanación del alma
Jesús, te doy gracias ahora por mi alma. Tú sabes que en ella se reflejan también las consecuencias del pecado. Por eso, frecuentemente estoy nervioso y reacciono con agresividad. Fácilmente pierdo la paciencia y estoy atado al rencor. Los malos hábitos aprisionan mi alma y empeoran aún más mis heridas. Todo esto me dificulta amar a los demás. En el fondo de mi alma han quedado grabadas ciertas experiencias, las cuales me inducen a actuar con desconfianza y temor.
¡Jesús, purifica mi subconsciente! Penetra en él con Tu Luz, para que nunca más sea yo víctima de la oscuridad. Con el poder de Tu Gracia, toca aquellas fibras de mi alma en las cuales se ha asentado el apego a los bienes materiales, haciéndome presa del temor. ¡Sana mi alma, Señor, para que mi espíritu pueda abrirse libremente hacia Ti!
¡Sáname de la desconfianza hacia Ti y hacia Tu Palabra! Jesús, yo te suplico que cures en mí todas aquellas heridas y frustraciones causadas por los fracasos y los deseos no satisfechos. ¡Aparta toda tiniebla de mi interior y sana las heridas más profundas de mi subconsciente! Permite que éste descanse en Ti, Señor.
Te pido ahora por los perturbados y enfermos mentales. Haz a un lado sus cargas y limpia las heridas que han trastornado sus mentes. Protege a los niños que viven con el estigma de la propensión hereditaria a este tipo de males. Cura todo desdoblamiento de personalidad, miedos y depresiones; cada neurosis y estado psicópata. Sana también, a todos aquellos cuyas mentes se han enfermado a causa de algún fracaso en su familia, estudios o trabajo. ¡Aparta de ellos los pensamientos de autodestrucción y suicidio, y libéralos de cualquier obsesión!
¡Oh, Jesús, se Tú el dueño de nuestras almas! Cura a todos aquellos que se han dañado a sí mismos por medio de prácticas de superchería. ¡Libéralos de las consecuencias de la brujería y hechicería! Restaura cada alma y devuélvele la paz que ha perdido.
6. Oración por la sanación física
«Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: “Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”.»
(Mateo 8 16-17)
¡Jesús, sana mi cuerpo! Aquí estoy ante Ti, con mis dolores físicos y los males que deterioran mi salud. Cúrame de las enfermedades que padezco en estos momentos...
(En silencio, menciona las enfermedades que padeces)
¡Protégeme de toda enfermedad! Pero, si es Tu Voluntad que yo cargue con la cruz de mis padecimientos, entonces yo acepto esta cruz y te pido la gracia de llevarla con amor.
¡Ahora, Jesús, te pido por la sanación física de mis familiares y seres queridos!
(En silencio, menciona sus nombres)
Jesús, si es la voluntad del Padre que ellos continúen enfermos, yo te pido que les concedas la fortaleza necesaria para que ellos también carguen sus cruces con amor.
¡Cura a todos los enfermos del mundo! Protege a la humanidad entera de las epidemias y males incurables. En una palabra, Jesús, ¡cura todas nuestras enfermedades, porque Tú viniste a tomarlas sobre Ti para salvarnos!
7. Oración final
Padre celestial, gracias por haberme creado y por haberme redimido por medio de Jesucristo, Tu Hijo. Gracias por sanar en Su Nombre mi espíritu, mi alma y mi cuerpo, y por haberme dado una nueva capacidad de amar. ¡Haz que la bendición de la paz y la reconciliación, del amor y la confianza desciendan sobre mí, sobre mi familia, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero!
Permite que María, al orar con nosotros, obtenga de Tu Bondad paternal todo lo que necesitamos para el bien de nuestras almas y cuerpos.
¡Qué así sea! Amén.