No uses a Dios...
si no lo irradias.
No nombres los diez mandamientos...
si no los cumples.
No implores beneficios...
si no los mereces.
No pidas alas...
si no sabes volar.
No muestres inconformidad con el mundo,
si no lo mejoras.
No te definas como creyente...
si no das testimonio.
No te rebeles con la suerte...
si no la aprovechas.
No invoques a Jesús
si no lo besan tus labios.
Y no te proclames su seguidor...
hasta que no lo reflejes... hasta que no lo
respires...
¡y hasta que lo hagas sentir!
No pregones que deseas salvación...
si no la trabajas.
No levantes tu bandera...
si no cargas tu cruz.
No te quejes del frió...
si todas tus lámparas se apagan.
No te quejes de sed...
si toda tu agua se desperdicia.
No te quejes de dolor...
si cada espinita es una herida, y cada herida es
un rencor.
No te quejes tanto... No anheles tanto...
No ambiciones tanto... Si nada te rinde... nada te
mueve... ¡Y nada te sirve!
Zenaida Bacardí de Argamasilla