Me llamo María Lourdes Palau, soy madre de 4 hijos y trabajo como matrona, desde hace más de 26 años.
La mayor satisfacción de mi vida ha sido cuando las madres (muchas), ya con sus hijos en brazos, han venido a darme las “gracias” por haberlas animado a seguir adelante en su gestación.
No hay que hablar más de hijos “deseados” o “no deseados”, sino de hijos “aceptados” (pues es lo que realmente importa).
Los niños, los hijos que son aceptados son felices, incluso si vienen en las condiciones o circunstancias más adversas.
En mi trabajo como matrona yo no veo ninguna diferencia en si los embarazos son deseados o no.
Si el “embarazo-sorpresa” es aceptado, a la madre se la ve siempre muy feliz, siempre.
Una madre con una gestación-sorpresa, muchas veces sólo necesita unas palabras de ánimo.
Otras, quizás más apoyo, pero lo más importante es darles tiempo porque, hacia la mitad del embarazo o antes (de la 12 a la 20 se.), sale su “instinto materno” y ya no consentirán que nadie mate a su bebé...
Démosles una oportunidad, a ellas y a sus hijos.
Hay un sabio consejo: “Nunca tomar decisiones graves cuando se está en desolación...” pues, probablemente, nos equivocaremos.
Una mujer nunca será objetiva en una “ley de plazos”, pues en los primeros meses físicamente suele encontrarse mal y no está sicológicamente “en condiciones” de tomar esta decisión tan grave, en ese breve tiempo, y que además le afectará toda la vida ya que, entre otras muchas secuelas, será extremadamente difícil que pueda quitarse el sentimiento de culpa.
Pido que ninguna mujer aborte sin ser informada de todo esto y, también, de lo que va a sufrir su pequeño, antes de morir destrozado, descuartizado.
Como mujer, madre y matrona, puedo decir que un hijo siempre, siempre, es un Don, una Bendición, para la familia que lo acoge.
Seguro que esta opinión es compartida por la inmensa mayoría, sobretodo si son padres.