La Paz es un reflejo de Dios y no se la posee si el alma no está en armonía con Dios.

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No avanzaremos ni un paso en la virtud, si no nos empeñamos en vivir en una Paz santa e inalterable.

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Dulce es el yugo de Jesús , liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos esta Paz.

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La Paz es simplicidad del Espíritu, serenidad de la mente, tranquilidad del alma, vínculo del amor.

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La Paz es el orden, es la armonia entre todos nosotros, ella es un goce continuo, que nace de la certeza de la buena conciencia.

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La Paz es el camino de la perfección.

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El enemigo de nuestra salvación sabe muy bien que la Paz del corazón es un indicio seguro de la presencia Divina...