Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado dese leño
en que tiendes los brazos poderosos;
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres;
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
(Lope de Vega)
"Esta cruz no es mi aguijón, sino el aguijón de la muerte. Estos
clavos no me infligen dolor, lo que hacen es acrecentar en mí el amor
por vosotros. Estas llagas no provocan mis gemidos, lo que hacen es
introduciros más en mis entrañas. Mi cuerpo al ser extendido en la
cruz os acoge con un seno más dilatado pero no aumenta mi
sufrimiento. Mi sangre no es para mí una pérdida, sino el pago de
vuestro precio. Venid, pues, retornad, y comprobareis que soy un padre, que devuelvo bien por mal, amor por injurias, inmensa caridad como paga de las muchas heridas. (S. Pedro Crisólogo, Serm. 108)
LLegando al final del Camino de Cuaresma 2010... la espera para disfrutar 50 días el triunfo.
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Puse ese bello poema y reflexión, porque el comentario (con todo mi respeto), del P.Alarcón; me duele, nada de este mundo para mí, puede superar el Sacrificio de Cristo por mí y por tí, por cada uno en lo personal, desde la Eternidad... Alma
Casi os diría que contemplárais estas imágenes en vez de leer la manida pasión de Cristo, de la Biblia.
Juan Alarcón Cámara
Me lo mandó el jesuíta Padre Juan Alarcón, lo comparto.