Indiferencia
Sin lugar a dudas, Judas pasó a la historia como un personaje siniestro, traicionero y mentiroso. Engañó a todos sus compañeros de grupo haciéndoles creer que era fiel a Jesucristo, a tal punto que cuando el Maestro anuncia que alguien iba a entregarlo esa misma noche y Judas abandona la habitación, nadie desconfió de él.
Vendió a Jesucristo por una mísera suma de dinero. No representaba demasiado las 30 monedas de plata que recibió. Y la noche del pago, pareció que había terminado todo el asunto. Jamás habría imaginado lo que sucedería al día siguiente. Algo en la humanidad de Judas se descontroló. Y cuando vio lo injusto de la situación, ya era demasiado tarde. El juicio que se simuló para asesinar a Jesucristo es una de las farsas más patéticas de la historia. Y la sentencia de muerte había sido consecuencia directa de su entrega a cambio de dinero.
Viendo lo terrible y despreciable de su conducta y lo que había hecho, en un arrebato de dignidad, intenta recomponer su error y acude al templo. Allí estaban los principales sacerdotes, los escribas, los escogidos de Dios para guiar al pueblo por el buen camino. Y frente a la súplica desesperada de Judas, estos hombres religiosos solo responden ¿Qué nos importa a nosotros?
Definitivamente, la actitud de Judas es totalmente despreciable y condenable. Pero la de estos hombres pasó desapercibida. No escuché nunca que se hable sobre ellos. Se condena lo obvio, pero se deja pasar lo común. Estos hombres supuestamente religiosos fueron indiferentes ante el pedido de ayuda de un hombre.
Hoy padecemos el mismo mal que ellos. Ya pasó Pascua, y ni nos acordamos del calvario. Apenas cumplimos con los ritos costumbristas del fin de semana largo. Y aunque no lo digamos, actuamos como ellos pensando ¿qué me importa esto?
Pero la cruz del calvario debería llamarnos a la reflexión, para modificar esta actitud. Es cierto que es más cómodo vivir en la indiferencia, es más fácil y nos exige menos compromiso. Pero no es lo que Dios quiere. Él se involucra con las personas y con los problemas, y es parte de la solución. Hoy Dios te desafía a que hagas lo mismo. Siempre hay un Judas cerca que pide ayuda.
REFLEXIÓN – Rompé la indiferencia.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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