Es verdad, todos aprendemos de los errores que cometemos,
y ésto nos hace mejores cristianos, nos da un corazón de carne
nos cambia el corazón de piedra que tenemos, nos hace razonar sobre el QUÉ y el POR QUÉ.
No somos nada para negar el perdón a nadie, puesto que el Señor nos perdona una y mil veces cada día, ese es nuestro mandamiento: perdonar, perdonar siempre.
