"Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro" Mateo 28:1 (RV 60) Amanece
Para estas mujeres no hubo fiesta el sábado. Fue un día de dolor y de trabajo. Estuvieron preparando los perfumes y las esencias aromáticas para despedir como merecía su Maestro. Ellas fueron las que estuvieron al pie de la cruz, viendo como se iba despacio la vida de Cristo en medio del más terrible sufrimiento. Ellas vieron como lo bajaron sin cuidados. Ellas vieron donde lo llevó José de Arimatea para enterrarlo. No había ningún discípulo, ni los apóstoles, ni los leprosos que Él había sanado, ni los sordos, mudos, ciegos, cojos o hambrientos a los que Jesucristo ayudó. Solo un pequeño grupo de mujeres tristes.
Por eso ese domingo, cuando todavía era de noche, aún antes que salga el sol ellas ya estaban de camino al sepulcro. Todavía era de noche, estaba oscuro, apenas se veía en el horizonte una tenue luz que asomaba. Pero el alma de las mujeres estaba negra de dolor y tristeza. Iban con sus perfumes para despedir a Jesucristo. Todavía estaba demasiado fresca la imagen de sus padecimientos, y no lo podían creer.
Caminaban pesadas, sin esperanzas. Pero cuando llegan al sepulcro sucede lo que no podían creer que sucedería. Estaba la pesada piedra corrida, no había ningún cuerpo y un ángel les avisa que el poderoso Jesucristo había resucitado, ¡Cristo estaba vivo! La alegría era inconmensurable, la sonrisa era total, desapareció el peso de sus corazones y recuperaron la esperanza. Lo que era imposible, había sucedido. Habían matado a la muerte.
Les pareció que el día se hacía más luminoso, ya no había sombras ni oscuridad. Todo era una plenitud de luz. Había vida eterna, y Cristo la garantizaba. El sepulcro estaba vacío, la victoria era total. Dios seguía demostrando que mantenía el control y la Gracia divina comenzaba a manifestarse con todo su poder.
No se acordaron más de los perfumes que habían preparado, ni de la tristeza de la noche anterior. El día amanecía con gloria, ¡Cristo estaba vivo!
Pasaron más de dos mil años y la noticia sigue siendo la misma. En estos días de computadoras, conexiones inalámbricas, tecnología y desarrollo hay una realidad que hace la diferencia. La tumba sigue estando vacía. Eso debería modificar tu ánimo.
REFLEXIÓN – La gloria de Cristo amanece cada día.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany

|