BUSCAR A DIOS EN LA QUIETUD
Un grupo de trabajadores estaban apilando aserrín
en el almacén de una fábrica de hielo, cuando uno de ellos
advirtió que se le había caído el reloj de su muñeca. Inmediatamente,
sus compañeros interrumpieron el trabajo para buscarlo. Acabaron
tomando la búsqueda como una diversión, lanzándose el aserrín
unos a otros y armando una polvareda con el aserrín que antes
habían amontonado. Pero no dieron con el reloj. Entonces,
decidieron dejarlo y se fueron a tomar un café.
Un joven, que había estado observando toda la faena, entró
en el almacén, y al poco rato, se presentó ante el grupo con
el reloj en mano.
¿Dónde estaba? -le preguntaron.
¿Dónde? Pues en el almacén -les dijo el joven.
No puede ser -dijeron ellos-, lo hemos buscado por todas partes
¿Cómo lo has hecho?
Me he puesto para ello en silencio completo hasta que he oído
el suave tic tac del reloj y lo he sacado de donde estaba
enterrado bajo el aserrín.
Deja de hacer ruido
y reconoce que yo soy Dios.
Salmo 46, 10
En paz y armonía
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