La casa sobre roca.
Ya lo dice el Señor en el Evangelio que quien escucha sus palabras y las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre roca, y cuando vienen los vientos, las lluvias y todas las inclemencias del tiempo, esta casa no cae porque está cimentada sobre roca. Con esto nos quiere decir Jesús que quien practica las cosas que Él ha enseñado, está seguro frente a las tormentas de la vida, que antes o después vendrán, porque el demonio es el príncipe de este mundo y prueba a todos los hombres.
Por eso no nos contentemos con oír la Palabra de Dios, sino llevémosla a la práctica, obrando de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio y de la Iglesia, porque las pruebas de la vida se abatirán sobre nuestra casa y la destruirán si no la encuentran bien cimentada.
Entonces cada día debemos leer una página del Evangelio y pedirle al Espíritu Santo que nos la explique y que nos haga seguir las directrices de interpretació n de la Iglesia Católica, la única que tiene la misión de entender la Palabra de Dios como fue escrita y explicarla a los fieles.
Si leemos y saboreamos el Evangelio, tendremos una respuesta para todas las circunstancias de la vida, porque en el Evangelio hay respuestas para cada caso en particular, y así nos podremos defender frente a los ateos y frente a Satanás, que odia y no soporta la Palabra de Dios, como bien lo comprobamos en las tentaciones de Jesús en el desierto, cuando el Señor abatió al demonio con palabras de la Escritura.
Tenemos que leer menos libros y más Evangelio, porque al leerlo iremos encontrando sentidos nuevos según sean nuestras vivencias, ya que hallaremos una palabra de consuelo y aliento en cada acontecimiento de nuestra vida.
Con la lectura del Evangelio y de toda la Escritura, y la contemplación del crucifijo, ya tenemos suficiente para llegar a las más altas cimas de la santidad.
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