"David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en el Señor su Dios." 1 Samuel 30:6 (NVI) Amargura
Argentina perdió con Alemania en octavos de final y se acabó el mundial de Sudáfrica 2010. No jugamos mal, pero perdimos y para colmo por goleada. La sensación después del partido era de tristeza. No se escuchaba nada en la calle. No había motivos para festejar. Se va a hablar durante días de la tristeza y la amargura del pueblo por la descalificación del equipo nacional. No hay consuelo.
Tuve una sensación rara después de ver el partido. Estaba triste por el resultado y sentí el deseo de no hacer nada. Tenía la necesidad de quedarme en el sillón masticando mi amargura. Pero a mi alrededor la vida continuaba su curso, independientemente de mis sentimientos. Juampi y Connie querían jugar y hacer lo que siempre hacemos. Y me acordé de este texto.
David acababa de regresar con su ejército de 600 valientes de una incursión. Había vencido y obtenido un interesante botín. Pero cuando regresan a su ciudad, ven de lejos humo. Era una mala señal. Cuando llegan, los esperaba la terrible noticia. Habían sido atacados, y se habían llevado cautivas a las mujeres y a los niños, los habían saqueado. La amargura los golpeó duramente. Y tenían razones para estarlo.
Y frente a una misma realidad, hubo dos reacciones bien distintas. El pueblo amargado quería un culpable. Dejaron que su dolor les nublara el entendimiento y decidieron mal. En lugar de quedarse sentados en su sillón quisieron matar a David. No había un plan B. Era simplemente descargar el enojo contra alguien. Eso no les iba a devolver a sus hijos, ni iba a modificar su situación, pero es lo que querían hacer.
A veces, como cuando perdió Argentina, tenemos esas reacciones. Decisiones empañadas por la angustia o el dolor, que no hacen elegir mal. La diferencia la hizo David. Tenía la misma amargura que el resto, tenía el mismo dolor y había perdido tanto como los demás, pero David puso su confianza en Dios.
¡Que frase tan fácil de escribir o leer, pero tan difícil de vivir! Es lo que marcó la diferencia. Un hombre que puso su confianza en Dios, pudo decidir bien en medio del dolor y generar que todos recuperan sus pérdidas. Para la próxima angustia, hace como David.
REFLEXIÓN — Poné tu confianza en Dios.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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