¡Qué misterio tan grande que Dios se haya hecho Niño! Dios, que es el Todopoderoso, el Inabarcable, se ha querido hacer un Pequeñito necesitado de los cuidados de una Madre humana. Por eso ¡qué devoción debemos tener al Niño Jesús, pues Él concede todo lo que le pidamos si lo hacemos por los méritos de sus doce años de Infancia! Nosotros, los Apóstoles de la Divina Misericordia, debemos tener un gran amor al Divino Niño Jesús, ya que en Él se condensa toda la Misericordia de Dios y nos enseña a ser niñitos como Él. Cuentan que San Antonio, cuando estaba triste o deprimido, se le aparecía el Divino Infante y le volvía la alegría. Nosotros también, cuando estemos abatidos, llamemos en nuestro auxilio a este Niñito que nos alegrará la vida y nos hará sonreír.
Jesús, en Vos confío.