Un niño
Una vez, saliendo a la puerta de mi casa,
se me acercó un niño pobre.
Habrá tenido 8 o 10 años, la carita flaca,
el pelo sucio, la ropa apenas lo abrigaba.
Pero lo que más me impactó
fue lo que traía en sus espaldas:
colgado de sus hombros otro niño,
que habrá sido apenas un par de años
más chico que él.
El niño apoyó, con mucho cuidado,
a su "pequeña carga" en el borde
de un escalón y levantando apenas
la cabeza, me miró y dijo:
"Señor, ¿me podría dar unas monedas?,
si quiere le limpio la vereda.
Yo lo miré con cara de asombro por el peso
que llevaba, entonces le pasé unas monedas
y le pregunté señalando sus hombros:
¿No te pesa esa carga?
Él, sin vacilar, me miró a los ojos
y me respondió:
No pesa, es mi hermano.
Y sin dudar, lo volvió a levantar
sobre sus hombros, me dio las gracias y se fue.
Y en nuestro caso personal:
¿Cómo están nuestros hombros?
¿Dispuestos a levantar a nuestros hermanos?
¿Y dispuestos a dar la misma respuesta
de este niño?:
¡No pesa, es mi hermano!