A continuación el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
"Como todos saben, el Senado de la Nación, hace algunas semanas, ha completado la sanción que ya había otorgado la Cámara de Diputados a la proyectada alteración del orden familiar, extendiendo la realidad institucional del matrimonio a la convivencia de personas del mismo sexo".
"Esta ley ha practicado una escisión entre la moral y el derecho, porque la ley sancionada por un cuerpo legislativo no puede contradecir valores morales objetivos y universales que se apoyan en la naturaleza humana y en definitiva en la Ley de Dios, que ha dejado su marca en la Creación".
"Por otra parte, a propósito de leyes como ésta hay que tener en cuenta que no es lo mismo legitimidad que legalidad. Esta ley ha entrado a formar parte del cuerpo legal de la Nación, pero no es legítima. Y no es legítima porque es una ley injusta".
"Esto no lo afirmo simplemente yo, sino que lo afirma toda la tradición de la Iglesia, expuesta de una manera admirable por el Beato Juan XXIII en su conocidísima Encíclica "Pacem in terris". Ahí dice el Papa que la autoridad humana, cuando legisla en contra de la ley de Dios, es decir cuando produce una ley que está en discordancia con el orden moral, en ese acto, decae de su autoridad, y lo que se origina no es una ley sino una iniquidad espantosa. Esas son las palabras de Juan XXIII. Vemos entonces que esta ley de la que hablamos es legal pero no es legítima".
"En cuanto a la legalidad de esta ley también se podría decir que ha quedado seriamente mancillada porque son bien conocidas las condiciones que favorecieron la sanción. Se han comentado abundantemente los "aprietes", los sospechosos cambios de posición de varios senadores y el regalo de viajes a oriente. Además, conviene recordar que se ha sancionado una ley en contra de la manifiesta convicción de la mayoría del pueblo argentino."
"Lo que ahora importa es considerar qué puede ocurrir en adelante. Con el tiempo se irá viendo el estrago que el paso dado por el Congreso significa en el orden institucional y jurídico. Pero me preocupan tres cuestiones fundamentales" .
"En primer lugar, la libertad de la Iglesia, que está asegurada por la Constitución Nacional y por instrumentos de Derecho Público Internacional. ¿Podremos predicar libremente lo que la Biblia, la tradición y el magisterio eclesial enseñan acerca de la sexualidad humana y del matrimonio? ¿Se nos obligará, acaso, a enseñar a los niños que es tan lícito y válido casarse con una persona del mismo sexo, contra la naturaleza, como hacerlo con una del sexo opuesto, es decir, según el orden de la naturaleza?"
"Una segunda cuestión es la libertad de los padres que envían a sus hijos a escuelas de gestión estatal. ¿Por qué un padre de familia tiene que soportar que a su hijo se le enseñe en contra de sus convicciones fundamentales? Y esto lo digo porque los últimos textos que ha producido el Ministerio de Educación de la Nación parece que proponen preparar a los niñitos desde el jardín de infantes para que con el tiempo ellos elijan con plena libertad su orientación sexual, como si todo valiera igual. Es evidente que se procura inducir un cambio cultural arruinando el sentido moral de las próximas generaciones de argentinos."
"El tercer tema que queda abierto es la objeción de conciencia que podrían con toda razón plantear funcionarios del Registro Civil, jueces y educadores, que se verán obligados a aplicar una ley que violenta sus convicciones. No existe un marco regulatorio bien claro de este aspecto importantísimo del ejercicio de la libertad".
"Por otra parte, los activistas que han fomentado la alteración del orden familiar, los ideólogos que desde hace tiempo la han planeado y algunos políticos con clara inclinación totalitaria, hacen temer la imposición de la dictadura del relativismo, como llamó a este hecho novedoso y fatal el Papa Benedicto XVI."
Mons. Héctor Aguer
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