El semáforo se puso amarillo, justo en frente de él. Él hizo lo correcto y se detuvo en la línea de paso para los peatones, a pesar de que podría haberse comido la luz roja, acelerando a través de la intersección.
La mujer que estaba en el carro detrás de él estaba furiosa y le tocó la bocina por un largo tiempo, haciendo comentarios negativos en alta voz, ya que por culpa de ese hombre, no pudo avanzar a través de la intersección, y para colmo se le cayó el celular y se le regó el maquillaje.
En medio de su pataleta, oyó que le estaban tocando el cristal del lado, y allí estaba un policía mirándola muy seriamente. El oficial le ordenó salir de su coche con las manos arriba. La llevó a la comisaría donde la revisaron de arriba abajo, le tomaron las huellas digitales y fotos, y la pusieron en una celda.
Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta. La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo estaba esperando con sus efectos personales y le dijo: “Señora, lamento mucho este error. Le explico que la mandé a detener mientras usted se encontraba tocando bocina fuertemente, queriendo pasarle por encima al carro del frente, maldiciendo, gritando y hablando cosas impropias. Mientras la observaba, me percaté que su carro tiene un bumper sticker que dice “¿Qué haría Jesús en mi lugar? Su tablilla tiene un borde que dice “Yo escojo la Vida”, con otro sticker que dice “Sígueme el domingo a la Escuela Dominical ”, y finalmente el emblema cristiano del pez. Como es de esperarse, supuse que el carro era robado”.
¡Tremenda lección los actos hablan más fuerte que las palabras!