EL AURA DE TU CARICIA
Mi vida debe ser como un árbol vivo
que afrontando las adversidades no deja
nunca de impulsar sus ramas a lo alto.
Señor, mi Dios, no retires tu sol de mi cielo.
La esperanza y el amor nos obligan a seguir
adelante hacia las metas.
Nuestros pasos gimen al pensamiento
de las responsabilidades futuras.
A pesar de todo, con la fe en alto,
continuaremos caminando.
¡Sonreír! ¡Saber sonreír!
No siempre la sonrisa nace del gozo;
más frecuentemente es fruto
de la esperanza y del diálogo con el cielo.
Abrazos envueltos en torrentes de luz
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