Carta urgente a mi ego
¿Cuánto tiempo necesito para perdonar?
¿Un día, un mes, un año?
Acaso puedo esperar para ser feliz,
acaso lo soy con tanta vanidad, tanto orgullo,
con esta envidia que envenena mi alma;
acaso con la pereza que lastima mi cuerpo
al moverlo, porque de sólo pensar en trabajar
ya estoy cansado. Me siento feliz con tanta lujuria
y con estos celos, deseando sufrimiento
y muerte a mis semejantes; cuando levanto
la mirada con orgullo para no mirar al de abajo,
porque lo considero inferior o indeseable.
Acaso no soy yo todo eso, acaso no soy yo
quien necesita ser perdonado por altanero
y prepotente, por tomar un lugar
que mi Creador jamás tomó, por desperdiciar
mi vida de error tras error.
Acaso no tengo ya mi castigo, porque jamás
he vivido por estar pendiente del pasado
y dejar pasar el maravilloso presente.
Debo aprender a vivir el instante,
porque hoy comprendo que pudiera no tener otro.
Hoy he decidido cambiar, arrojar de mi corazón
los defectos que ensucian mi alma para ir
al encuentro de mis virtudes y despertar
ésta dormida conciencia.
¿Me escuchas ego? ¡Estás despedido!
Porque sólo has causado dolor y tristeza.
Me prometiste seguridad y belleza,
pero aumentaste mi vanidad y mi pereza,
y con ésta, mi orgullo. Pero ¿sabes?
ya descubrí tu juego y no estarás más en mí.
No llores ni pidas clemencia, porque no cederé.
Hoy cambiaré eso, te lo juro.
Sacaré mi corazón y quitaré mis errores,
¿escuchas?, nunca más me doblegaré ante ti
porque estás equivocado; abriré mi conciencia
y ya no actuaré según su voz, ¿me escuchas?
¡Estás despedido!
¿Y tú eres feliz o aún estás dormido,
soñando recibir amor? ¡Búscalo en ti!