QUIERO COMPARTIR ESTA EXPERIENCIA CON MIS HERMANOS DEL GRUPO ESTA CARTA LA ESCRIBE MI HERMANA CARMEN PERO EN ESTOS DIAS HE SENTIDO LA GRAN NECESIDAD DE CONSOLAR CORAZONES ABATIDOS POR EL SUFRIMIENTO DE LA PERDIDA DE UN SER QUERIDO ESPERO PUEDA SER DE CONSUELO PARA ALGUN ALMA DOLIDA CON MI CARIÑO GRACIELA ALVAREZ DEL CASTILLO
Voces en familia
Experiencia de Perdón
Por Carmen Álvarez del Castillo
Cada ser humano en el recorrer de su vida, va acumulando experiencias alegres y otras tristes.
Desafortunadamente las dolorosas nos marcan o nos impiden un mejor desarrollo.
Y empezamos a frenar toda la abundancia de bendiciones que están alrededor porque ese punto difícil puede no desaparecer.
Dicen que cada quien lleva la cruz que puede cargar. Sin embargo hoy las cruces son mas dolorosas y diversas. Familias que sufren por que alguno de sus miembros es víctima del alcohol o droga. Otras con una persona enferma o ya murió. El dolor se agudiza con personas presas, víctimas de violencia o hijos abandonados por la infidelidad de alguno de sus padres.
En lo personal comparto este espacio con todo respeto por la experiencia personal y familiar de enfrentar el cáncer con un hijo de apenas un año. Después de un calvario de dolor, hospitales y tratamientos, llegó el ofrecimiento pleno, la entrega física y espiritual, la muerte pero más que nada la vida eterna. Felipe de Jesús cumpliría hoy 24 años de vida.
El dolor con respecto a los hijos es la parte más sensible, ojala pudieran entenderlo a profundidad quienes se dedican al secuestro. Su acción es como tantos actos deshumanizados que estamos presenciando.
Finalmente un gran número somos víctimas del dolor, recibimos las consecuencias de una prueba difícil, por una sola persona toda una comunidad se desgarra en dolor.
Habiendo vivido la dolorosa experiencia de la enfermedad y la muerte, por la ausencia y los recuerdos el llanto era persistente. Gracias a Dios el mismo se vale de medios para encontrar un bálsamo que cure nuestras heridas.
Así he vivido esta experiencia de sanación interior que quisiera compartirle como una receta sencilla y profunda en cuatro pasos. Si solo a una persona sirviera, agradezco la confianza y la amistad que por la tecnología hace renovarnos en el amor y llegar al perdón.
Muchos sabemos rezar, pero “orar” es algo diferente. Decía Santa Teresa que orar es hablar con confianza con Dios porque nos sabemos amados intensamente por el. Pues la receta tiene que ver con dedicar un momento a conversar con Dios.
El primer momento es invitarlo a entrar a nuestro hogar, al espacio donde especialmente necesita hacerlo presente, la sala, la recamara, junto algún hijo que sufre. Si Dios creador nos dotó de tantos dones, uno de ellos es la imaginación que sumada a la fe puede hacer visualizar como Jesús toca la puerta del hogar, le abrimos y entra. Esa ilusión de fe real nos hace imaginar su presencia en nuestro espacio diario.
Cuando nuestra devoción se complementa con otra devoción ya sea por advocación a la virgen o alguna persona que por su forma de vida haya conquistado la santidad, podemos invocarla, invitarla a estar presente. Ese espacio se convierte en una reunión de amigos.
El segundo momento es la alabanza, el espíritu necesita ser fortalecido con himnos de alegría, de humildad y de confianza. Puede ser recomendable un salmo, de los 150 bíblicos seguramente escogerá el adecuado a su situación.
Luego inicia la mejor conversación, el diálogo entre Padre (Dios) y el hijo (usted). Una conversación prolongada que recuerda el encuentro del hijo pródigo con su Padre. Platique todo cuanto su corazón tenga, momentos felices, difíciles, dolorosos. Según la narración bíblica en esa parábola el Padre recibe al hijo en un abrazo.
Ese abrazo se traduce en la conversación, en entregarle las vestimentas de la vida dañadas y dolorosas. El relato puede ser prolongado, desde su concepción en el vientre materno, hasta el momento de mayor dolor o sufrimiento. Y el padre escucha, usted entrega.
Según la narración bíblica del hijo pródigo el Padre ordena a sus servidores que le desvistan. Y eso significa ser despojado de todo dolor. Aquello que existía, ya no existe. Es hombre nuevo, vuelto a nacer. Pero además continua la narración que ordena sea revestido. Dichosa experiencia la de la fe. Ese momento es para culminar con la acogida de Dios sobre usted. Sus manos han curado herida por herida. No hay dolor que el no haya sanado, porque es “Palabra de Dios”.
El cuarto momento es una acción de gracias. Le aseguro que esta receta como experiencia de paz tendrá un éxito interior que ojala pudiéramos compartir. Pues Dios es fiel a sus promesas y el texto solo pide que reconozcamos que tenemos necesidad de volver al padre.
Feliz cumpleaños hijito.
marcaradelc@hotmail.com