Mis angelitos bellos, comenzamos una semana más que nos va acercando al gran festejo: el cumpleaños de Jesús, aquel que vino al mundo para librarnos no sólo de nuestros pecados, sino de todos los males que nos aquejan, nada es insalvable cuando confiamos plenamente en Él, cuando nos entregamos a sus brazos amorosos y dejamos que sea Él con su infinito amor, quien nos resuelva todos nuestros problemas.
Mis amores, muchas veces, cuando no sabemos cómo resolver un problema, levantamos un muro. Este muro no resuelve el problema, pero nos calma, ya que ahora no vemos el problema.
Poco tiempo después, empezamos a ver algo nuevo, que antes no estaba allí: ¡el muro! Es paradójico, pero el muro, lejos de alejarnos del problema nos acerca a él. Hasta podríamos decir que es una medianera que "nos hace vecinos" con lo que haya del otro lado. Vecinos que compartimos el mismo problema, materializado ahora por un muro.
Muros que se han levantado para dividir barrios, ciudades y países. Muros que se levantan entre familiares, amigos y amantes. Igual que La Torre de los arcanos, las estructuras rígidas no soportan los cambios y producen mucho dolor antes de romperse. ¿Hay algo más rígido que un muro?
Derribemos pues el muro que nos impide ver que hay un sólo horizonte, un sólo camino, un sólo amor, una sóla luz: ¡Jesús!