Despreciado
De todos los pasajes navideños, este creo que es uno de los menos usados para esta fecha. Pero estaba releyendo la historia del nacimiento de Jesucristo, y resonaba en las páginas del Evangelio esta idea: despreciado.
El mesonero es siempre blanco de nuestras críticas y condenas por marginar al Hijo de Dios a nacer en un sucio y maloliente establo. Pero este hombre sin nombre no sabía quien iba a nacer. La ciudad estaba abarrotada de visitantes por el censo y no había lugar para nadie más. La respuesta que le dio a María y a José era la clásica. No había opción para hacer excepciones. Obviamente, si el visitante hubiera presentado credenciales de autoridad o una billetera abultada, la excepción se hubiera hecho.
Es la misma actitud que tenemos hoy al manejarnos con terceros. Flexibilizamos las reglas si el infractor es amigo, poderoso o adinerado. Igual que el mesonero. Si hubiera sabido que quien iba a nacer de aquella joven era el mismísimo Dios seguramente hubiera desalojado a alguno de sus pasajeros, para ofrecerle la mejor habitación. Pero se cumplió la profecía de Isaías. El Cristo iba a ser despreciado, desde su nacimiento no iba a ser honrado ni tratado con la dignidad que se merece.
Aquellos hombres de Belén, y luego los de Samaria y Jerusalén no lo estimaron. Lo despreciaron. Y el ser más importante del universo, el Dueño de todo, quien tenía el poder absoluto, se dejó despreciar sin reaccionar por la ofensa.
Tal vez sea esta la mayor enseñanza de la navidad. Lejos del sentimiento de venganza, del reclamo por los derechos propios, de la defensa de las necesidades propias, Jesucristo en Belén nos enseña que la grandeza de un hombre no depende de su lugar de nacimiento, ni de su influencia, ni del cariño de los que lo rodean.
El verdadero valor de la persona lo da Dios. La autoestima de Jesucristo debería estar por el piso con semejante nacimiento. Hijo de una madre soltera, naciendo entre el estiércol de animales. Sin embargo, su reconocimiento llegaría. Y Dios garantiza que ante en nombre glorioso del Salvador, se van a doblar todas las rodillas de los que están en la tierra, y sobre la tierra y debajo de la tierra.
REFLEXIÓN — Nunca más será despreciado.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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