miércoles 05 Enero 2011
Miércoles de la II Semana de Navidad
La Iglesia celebra Donde la Epifanía se celebró el domingo: Después de Epifanía: miércoles Santo(s) del día : San Simeón
Ver el comentario abajo, o clic en el título San Agustín : “Cuando estabas bajo la higuera, te vi”
Epístola I de San Juan 3,11-21.
La noticia que oyeron desde el principio es esta: que nos amemos los unos a los otros. No hagamos como Caín, que era del Maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran justas. No se extrañen, hermanos, si el mundo los aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida, y ustedes saben que ningún homicida posee la Vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él entregó su vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza,
Salmo 100,2.3.4.5.
sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos. Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre. ¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.
Evangelio según San Juan 1,43-51.
Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia Sermón sobre san Juan, nº 7
“Cuando estabas bajo la higuera, te vi”
Natanael estaba sentado debajo de una higuera, como si estuviera en la sombra de la muerte. Y es allí donde el Señor le vio, aquél del que se dijo: “Habitaban tierras de sombra, y una luz les brilló” (Is 9,2). ¿Qué le dijo, pues, a Natanael? Me preguntas ¿cómo te he conocido? En este momento tú me hablas porque has sido llamado por Felipe. Pero antes que su apóstol le llamara, ya Jesús había visto que formaba parte de su Iglesia. Tú, Iglesia cristiana, verdadero hijo de Israel…, también tú conoces ahora a Jesucristo por los apóstoles, tal como Natanael conoció a Jesucristo por Felipe. Pero su misericordia te descubrió ya antes que pudieras conocerle, cuando estabas tendida, desecha bajo el peso de tus pecados.
¿Acaso, en efecto, somos nosotros los que hemos buscado, los primeros, a Jesucristo? ¿No es acaso él, por el contrario, quien ha sido el primero en buscarnos? ¿Somos nosotros, pobres enfermos, los que hemos venido por delante del médico? ¿No es, acaso, el médico quien ha venido a encontrar a los enfermos? ¿No es la oveja la que se perdió, antes que el pastor, dejando las noventa y nueve restantes, se pusiera a buscarla, la encontró y la trajo, lleno de gozo, sobre sus espaldas? (Lc 15,4). La moneda de plata ¿no se perdió antes de que la mujer encendiera una lámpara y la buscara por toda la casa hasta que la encontró? (Lc 15,8)… Nuestro pastor encontró a su oveja, pero es que él comenzó buscándola; igual que la mujer encontró su moneda de plata, pero sólo después de haberla buscado. Nosotros hemos sido buscados, y es sólo después de haber sido encontrados que podemos hablar; lejos, pues, de nosotros cualquier sentimiento de orgullo. Estábamos perdidos sin remedio si Dios no nos hubiera buscado para encontrarnos.
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