Miércoles de la VI Semana del Tiempo Ordinario Santo(s) del día : Beato José Allamano
Ver el comentario abajo, o clic en el título San Jerónimo : «Abre mis ojos... y contemplaré las maravillas de tu Ley» (Sl 118,18)
Libro de Génesis 8,6-13.20-22.
Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche".
Salmo 116(115),12-13.14-15.18-19.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!
Evangelio según San Marcos 8,22-26.
Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?". El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan". Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Jerónimo (347- 420), presbítero, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia Homilías sobre el evangelio de Marcos, nº 8, 235
«Abre mis ojos... y contemplaré las maravillas de tu Ley» (Sl 118,18)
«Jesús le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó si veía algo». El conocimiento es siempre progresivo... Tan sólo después de mucho tiempo y de largo aprendizaje se puede llegar al perfecto conocimiento. Primero se va todo lo sucio, se va la ceguera y entonces viene la luz. La saliva del Señor es una enseñanza perfecta: enseñar de manera perfecta viene de la boca del Señor. La saliva del Señor que, por decirlo de alguna manera, viene de su sustancia, es el conocimiento, tal como su palabra que sale de su boca, es un remedio...
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan»; veo todavía en sombra, no veo del todo la verdad. El sentido de esta parábola es: veo alguna cosa en la Ley, pero todavía no percibo la luz esplendorosa del Evangelio... «Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado, y veía todo con claridad.» Veía, digo, todo lo que nosotros vemos: veía el misterio de la Trinidad, veía todos los sagrados misterios contenidos en el Evangelio... También nosotros los vemos porque creemos en Cristo que es la verdadera luz.
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