El poder de una vida dedicada a la oración
El poder de una vida dedicada a la oración
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En Marcos 9:14-29, los discípulos han fallado en el ministerio, y el padre del chico poseído se pregunta si Jesús podrá otorgarle su petición. Ambas situaciones son ejemplos buenos de por qué nuestra propia fe titubea.
Como los discípulos, nosotros vemos los fracasos como razones para dudar de nuestra capacidad de hacer las obras de Dios. Como el padre del chico, nosotros nos preguntamos si Dios tiene realmente el suficiente poder o la suficiente compasión o aún el suficiente tiempo para darse cuenta de nosotros y contestar nuestras oraciones.
¿En la respuesta del padre a Jesús, por qué dijo él "solo si"? ¿Con qué frecuencia oramos nosotros con una actitud de poner condiciones? ¿Nos puede ayudar Jesús siempre que nosotros se lo pedimos? Por supuesto que él puede, si lo que buscamos está dentro de la voluntad de Dios. ¡Ay, pero hay otro "solo si"! Así que mejor volteemos el "solo si" a nosotros mismos. SI conocemos a Dios, nosotros conocemos su voluntad (está explicada claramente en las enseñanzas de las escrituras y de la Iglesia) y nosotros sólo deseamos lo que él desea. ¿Correcto?
¿Dudamos de la compasión de Cristo? ¿Pensamos que él no es lo suficiente cariñoso y cuidadoso como para contestar nuestras oraciones? Por supuesto que él lo es: Dios es Amor, y no importa que tan poco lo merezcamos, él es bueno con nosotros. Es imposible para él ser indiferente. Aún su disciplina es buena para nosotros, aunque nosotros quizás no lo pensemos en aquel momento. Por lo tanto, siempre que oramos, debemos decirle: "Gracias por ser tan bueno conmigo. Yo si Creo; ayúdame a vencer cualquier incredulidad que todavía existe dentro de mí".
Siempre que las palabras condicionales "solo si" están en nuestras oraciones, nosotros debemos preguntarnos por qué. ¿Estamos enfocados en la evidencia del desastre potencial o en la bondad de Dios? Si nuestros ojos no están en Jesús y en todo lo bueno que él ya ha hecho por nosotros, nuestras oraciones serán contestadas en maneras inesperadas y nosotros no nos daremos cuenta de lo que él ha hecho. ¡Perderemos las soluciones que el tiene para nuestros problemas! O por lo menos nos sentiremos miserablemente mientras que esperamos que suceda.
Comprende lo que Jesús quiso decir con: "Esta clase de demonios se expulsa solo con la oración". Seguramente los discípulos habían orado mientras trataban de arrojar al demonio. Incluso un simple ¡"Sal"! con la autoridad dada a nosotros por Jesús es una verdadera oración. ¿Qué hicieron mal los discípulos?
Nuestras oraciones son simplemente ruidos si nosotros no creemos que Dios verdaderamente se preocupa por nosotros. Para prevenir titubear entre la creencia y la incredulidad, nuestras oraciones deben ser más que palabras. Nuestras oraciones necesitan ser un estilo de vida.
Nosotros no podemos pasar unos pocos minutos al día hablando con Dios y después esperar sentir su presencia cuando una crisis nos golpea. Tenemos que mantenernos plenamente conscientes, momento a momento, de su amor constante, su cercanía constante, su guía constante.
La oración verdadera es una vida vivida conectada a Jesús, imitando a Jesús, y siendo la presencia de Jesús para los demás. En un estilo de vida de oración, nuestros corazones recurren constantemente a Dios, aún mientras nuestros pensamientos están ocupados con las tareas del día.
Para desarrollar este estilo de vida, reza cada día: "Jesús, yo creo que si te preocupas por mí; ayúdame a mantener mis ojos en ti".
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