Furor
El hombre estaba en el centro de la multitud. La situación era muy incómoda para él. Era lisiado, tenia una mano inútil. Y en una época donde el esfuerzo físico y el trabajo duro era un común denominador, tener una mano lisiada era un serio problema. Ya era bastante vergonzoso no poder trabajar como el resto. Ahora también era el centro del problema.
A su lado estaba Jesucristo quien comprendía el dolor y la angustia de este hombre que solo quería otra oportunidad. Había ido al lugar correcto. Si había alguien que podía hacer el milagro, ese era Jesucristo.
Pero entre la multitud había otras miradas. Hombres religiosos que ni se fijaron quien era el lisiado. Solo buscaban una razón para condenar a Jesucristo. Ninguno de ellos se puso a pensar en los problemas del hombre, en como alimentaba a su familia, en lo complicado que era trabajar con una mano menos, en lo duro de la discriminación cotidiana, en la inferioridad de condiciones. Solo buscaban una excusa para condenar a Cristo.
Una vez más Cristo sanó al enfermo y su mano derecha quedó restablecida. La felicidad del hombre no podía expresarse, ¡ahora podía mover la mano sin dificultades! Todo lo que hasta ahora no había podido hacer, ahora sería fácil de realizar. No dice el relato si agradeció, si gritó, si abrazó a Jesucristo o si comenzó a adorarlo. Pero Lucas menciona este detalle.
El milagro de Jesucristo que era un motivo de alegría y celebración, originó en los fariseos enojo y furor. ¡¿Cómo se atrevía Jesucristo a sanar alguien un día sábado?! Si había vivido tanto tiempo lisiado, ¿no podía esperar un día más? No era tan grave.
Pero fue sanado un sábado y estos hombres limitados se enfurecieron porque Dios había quebrado sus reglas. En lugar de alegrarse, se enojaron. Dos mil años después de esto, nos toca a nosotros reaccionar. ¿Cuál es tu sensación cuando Dios actúa? ¿Cuál es tu respuesta? Cuando Dios hace algo en tu vida, ¿te alegrás o te enojás?
Tal vez no entiendas el por qué, pero si Él actúa de esa manera es por una buena razón. No imites a los fariseos en su egoísmo, tontería y chiquilinada.
REFLEXIÓN — Dios sabe porque hace lo que hace.
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