El amigo fiel no tiene precio
Lectura del libro del Sirácide (Eclesiástico): 6, 5-17
Las palabras amistosas multiplican el número de amigos, los labios amables aumentan los saludos. Es bueno que te saluden muchos; pero que uno solo entre mil sea tu amigo íntimo. Cuando hagas una nueva amistad, vete con tiento; no te le confíes tan fácilmente, pues hay amigos que lo son por conveniencia y no son fieles en el día de la desgracia. Hay amigos que se vuelven enemigos y descubren con afrenta los motivos del pleito. Hay amigos que te acompañan a comer, pero nunca se aparecen en la hora de las penas: cuando te va bien, están contigo, cuando te va mal, huyen de ti; si te ocurre una desgracia, cambian de actitud y se esconden de tu vista. Aléjate de tus enemigos y sé precavido con tus amigos.
El amigo fiel es un refugio que da seguridad; el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio: ningún dinero ajusta para comprarlo. El amigo fiel es un tónico de vida. Los que aman al Señor lo encontrarán; el que teme al Señor sabe ser fiel amigo y hace a sus amigos como él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
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La amistad es una de las experiencias más hermosas e incomparables. El sabio que compuso este elogio a los amigos fieles, debió disfrutar de la lealtad y la transparencia de amigos excepcionales. Tres veces insiste en comparar con tesoros y talismanes a los amigos leales. Los que se nombran amigo sin serlo realmente, son numerosos. Los amigos verdaderamente fieles y leales se consiguen de vez en cuando. En el evangelio Jesús anima a los discípulos a consolidar las relaciones amorosas. Quien ama sin fisuras aprende a ser leal a su compromiso amoroso. Perdona, tolera, es paciente y mantiene el sí del amor primero a pesar de los obstáculos y dificultades.