Jesús abandonó los Cielos por amor a nosotros
Jesús abandonó los Cielos por amor a nosotros
Jesús abandonó los Cielos por amor a nosotros Renunció a Su ciudadanía celestial y, siendo rico, se hizo pobre por amor a nosotros, para que mediante Su pobreza fuésemos enriquecidos. Jesús no sólo tuvo que venir a mezclarse con nosotros, sino que se personificó, se hizo uno de nosotros. Tuvo que incorporarse a la sociedad humana.
Vino como criatura apacible, débil e indefensa. No solamente asumió nuestra forma corporal, sino que se adaptó a los hábitos humanos. Era de carne y hueso. Se cansaba, sentía hambre, se fatigaba. Todas esas cosas lo afectaban igual que a nosotros. La diferencia es que no cometió pecado. Participó de todo ello con el fin de ser un buen Sumo Sacerdote, compadecerse de nosotros, saber cómo nos sentimos, comprender cuando tenemos los pies doloridos y estamos agotados... ¡entender cuando ya no aguantamos más!
Dios envió a Jesús para que se encarnase en un ser humano y pudiera así transmitirnos mejor Su amor, comunicarse con nosotros en el plano inferior de nuestro entendimiento humano y tratarnos con más misericordia y paciencia que el propio Dios. ¡Imagínate!
"Él conoce nuestra condición y se acuerda de que somos polvo" (Salmo103:14) , porque Él mismo se puso en esa condición, la sufrió y murió en ella por amor a nosotros. Descendió a nuestro nivel para poder elevarnos al Suyo. ¡Qué milagro, todo por amor a nosotros!
Te damos gracias, Señor, por haber nacido en la Tierra. Viviste y moriste por nosotros. Anduviste en el mundo como nosotros y pasaste por las mismas experiencias que tenemos que pasar. Aun así, Tu fe jamás titubeó.
Te damos gracias por el mejor de los regalos: Tú mismo. Por encima de todo, te agradecemos Tu regalo de Amor ¡Te damos gracias por Tu cumpleaños, por Tu vida, por Tu muerte y por todo lo que tuviste que hacer para darnos salvación y vida eterna! Amén.
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